Un día me contaba un cliente que su superior en la empresa era un adicto al trabajo; esto le suponía un problema, tanto a él como, por consiguiente, a su familia.

Su jefe era una de esas personas que se pasaba todo el día trabajando, y que no paraba ni durante los fines de semana. Le enviaba correos a todas horas y todos los días, pero los que de verdad le reventaban eran los que le llegaban de madrugada o en sus días libres. Sabía de sobra que nada más entrar por la puerta de la oficina, su jefe, que ya habría llegado para entonces, antes de cualquier saludo le iba a preguntar si había leído sus correos.

La consecuencia fue que mi cliente terminó trabajando también los fines de semana. Asimismo, empezó a llegar al trabajo antes que su jefe para poder leer los correos antes de que se lo preguntara. La situación le resultó insostenible y decidió plantarle cara.

Hay una imperiosa necesidad de establecer límites claros

Establecer los límites en el trabajo, con los jefes o compañeros, es responsabilidad de cada uno. Esta persona se dio cuenta, habló con su jefe, solucionó el problema y, por añadidura, los dos aprendieron mucho el uno del otro, de esta situación y de otras parecidas.

Seguramente tu puesto de trabajo no contemple la obligación de permanecer en guardia, como sí es el caso de los médicos o bomberos, por ejemplo. Sin embargo, algunos empleados y directivos asumen que estar de guardia todo el día, incluso durante el tiempo de descanso, es parte del contrato de trabajo. De esta creencia derivan los mensajes o llamadas a deshora, todos muy parecidos entre sí: “¿Podrías tomarte un minuto para revisar esto?”, “¿te importaría…?”, “tengo una idea estupenda y me gustaría conocer tu opinión”, etc.

No poner límites, o que los demás no conozcan con claridad los tuyos, no solo conduce a un mayor abuso en muchas situaciones, sino que hace que sus expectativas con respecto a ti les hagan pensar que siempre estarás disponible ante sus necesidades, sin importar el coste real que atender estas demandas tenga para ti.

Estas situaciones están muy relacionadas con la baja productividad

Creo que no es necesario a estas alturas explicar a los seguidores de mi blog o de mis artículos las consecuencias de traspasar los límites; en casi todos los casos, esto provoca interrupciones, distracciones, pérdidas de concentración o de foco, etc. Ya hemos comentado en numerosas ocasiones los efectos tan perjudiciales que tienen estas circunstancias para el trabajo y la productividad de una persona.

¿Cuándo se siente que no existen límites saludables y bien definidos en el trabajo?

Pregúntate: ¿Alguna vez has sentido que gran parte de tu trabajo consiste en responder a los mensajes y llamadas de otras personas?, ¿tienes la sensación de que estás a merced de sus demandas?, ¿sientes que esas necesidades superan las tuyas propias?, ¿que dedicas mucho esfuerzo a apagar fuegos de tus compañeros de equipo?, ¿que más de una vez se han aprovechado de tu bondad y predisposición a ayudarles?, ¿que de manera frecuente estás atendiendo cosas que no puedes controlar?

Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es “sí”, probablemente tengas que pensar que tus límites, si es que existen, están siendo superados con facilidad por otras personas y seguramente estés frustrado por ello.

Tener límites deficientes o carecer de ellos a menudo significa que tiendes a responder a las necesidades y expectativas de los demás a costa de las tuyas: esta situación conduce de manera vertiginosa a una pérdida de control sobre tu propio trabajo. Esto de por sí ya es bastante deprimente, pero lo peor es que deriva en un cada vez menor control sobre tus propios límites y perjudica en gran medida tu productividad.

Comprender la diferencia entre límite y barrera

Todos sabemos que el municipio o ciudad donde uno vive tiene una frontera colindante con algún municipio vecino, y que probablemente se pueda pasar fácilmente de uno a otro. Cada persona conoce dónde termina su municipio, con independencia de que pueda salir y entrar en otro. Los límites son una línea que se establece, pero que se pueden traspasar.

Sin embargo, recordemos el vergonzoso muro de Berlín, felizmente demolido, era una barrera que no se podía traspasar sin ciertos y costosos permisos; hacerlo sin ellos significaba jugarse la vida.

La diferencia entre un límite y una barrera es que esta última supone un corte radical en la comunicación, no hay negociación posible, el “no” es la última palabra. Por tanto, si quieres que respeten tus límites tendrás que comunicar con claridad tu barrera, a sabiendas de que a ambos lados de los límites se podrán establecer conversaciones, colaboraciones e, incluso, habrá ocasiones en las que merezca la pena subirla.

Evalúa cuáles son tus límites y barreras personales

Antes de comunicarle a los demás cuáles son tus límites tendrás que evaluar dónde los pones y cómo los estableces.

Para ello, pon atención a tus valores personales y prioridades. Un trabajo, al fin y al cabo, no deja de ser una parte más de tu vida; tendrás que poner en la balanza todas las demás, como son: tu familia, tus relaciones sociales, tus pasiones, tu espacio personal, etc., y sin desdeñar ninguna de ellas ni anteponiendo las obligaciones laborales.

Piensa a largo plazo

Muchas personas dejan que otros traspasen los límites razonables debido a un pensamiento a corto plazo; cuando creen que es mejor claudicar antes que decepcionar a otras personas, parecer egoísta o pensar en el fracaso de otros. Si se educa a nuestro entorno a que respeten estos límites, a largo plazo todos nos veremos beneficiados.

Mantén las relaciones profesionales como lo que son

A todos nos gustaría que nuestros compañeros y jefes fueran como el mejor de nuestros amigos, pero esto podría ocasionar que muchas situaciones del entorno laboral se volviesen complicadas en cuanto al respeto de los límites. Podemos intentar que estas relaciones sean lo mejor y más positivas posible, pero no olvidemos que, en general, siempre deberán ser meramente profesionales.

Hay que saber decir que no

No voy a entrar a explicar la importancia de este tema: el que quiera leer lo que opino al respecto lo puede hacer aquí, aquí, aquí y aquí.

Para finalizar, prepárate para insistir sobre tus límites y dejar claras tus barreras

Establecer tus límites y mostrar tus barreras no es un proceso que se vaya a completar de un día para otro, requiere de un periodo de tiempo en el que tendrás que experimentar y sufrir rechazos e, incluso, malas respuestas por parte de tus compañeros o jefes.

Te vas a encontrar con personas que no se dan cuenta de cuándo los traspasan. Por ejemplo, cuando ese compañero te interrumpa a pesar de que has avisado de que, por favor, no te molesten. No sientas que por este hecho das un paso atrás, piensa en una oportunidad más para instruir a esa persona. Trata de mejorar en tu comunicación, explícale cuándo es el peor momento para interrumpirte y cuándo lo puede hacer, incluso puedes aprovechar para explicar de manera clara y realista lo que puede esperar de ti.

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José Ignacio Azkue