El trabajo, al ser una actividad que demanda esfuerzo tanto físico como mental, requiere de un necesario descanso reparador que permita recuperar las fuerzas invertidas en él. La falta de reposo e, incluso, la falta de ocio, acaban afectando a cualquiera y, como consecuencia, terminarán perjudicando su productividad y resultados.

Sin duda, hay algunas personas a quienes en su horizonte sólo les aparece el trabajo y cuyo día consiste, esencialmente, en maratonianas jornadas laborales donde no hay tiempo ni para comer y donde las relaciones sociales se limitan a las que mantienen con los compañeros de la empresa, porque no tienen tiempo para otras.

Una situación como a ésta conduce a ir acumulando estrés, ansiedad e, incluso, otros trastornos que afectan a la salud, pero, sobre todo, terminan provocando un hastío hacia el trabajo que surge cuando el escenario se repite constantemente porque todos los días parecen iguales.

En este contexto, por mucho que se trabaje no se aprovecha adecuadamente el tiempo. Además, prevalece la sensación de no poder abarcar todos los frentes que se mantienen abiertos y, consecuentemente, la no desconectar del trabajo. Estas personas se encuentran en un territorio donde se citan todos aquellos que no consiguen gestionar adecuadamente sus compromisos.

Son personas que no saben pronunciar la palabra “no”, que no saben dimensionar su verdadera capacidad de trabajo y que aceptan compromisos de todas partes, vengan de donde vengan. Como resultado, trabajan y trabajan, tienen el foco orientado a quitarse trabajo en vez de perseguir un resultado concreto, priman la cantidad en vez de la calidad.

Sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud” Jean de la Bruyere.

Algunos empresarios, algunos jefes, animan a sus trabajadores a que trabajen en exceso a base de meter horas extras creyendo que así mejoran la productividad de la empresa e incluso reducen costes. Del mismo modo, hay trabajadores que se sienten tentados a trabajar más de lo debido para conseguir tener mayores ingresos.

En ambos casos, probablemente no hayan tenido en cuenta que trabajar en exceso lleva a una reducción de la productividad y a un aumento de costes a medio o largo plazo. No hay que ser un experto para descubrir que si un trabajador está fatigado porque día tras día trabaja en exceso, rinde menos y tiene muchas probabilidades de caer enfermo o sufrir trastornos de salud.

En algunas culturas, especialmente en países como China y Japón, los trabajadores que llegan al extremo de trabajar hasta llegar a la extenuación más absoluta son tenidos por verdaderos héroes y tomados como ejemplos por sus jefes y compañeros. Es más, algunos rebasan toda lógica en este sentido y llegan hasta la muerte en su intento de trabajar duro. En China a estos trabajadores se les llama gnalosi mientras que en Japón karoshi es el termino por el que se les conoce.

Por estos lares no llegamos a estos extremos, y son cada vez más las voces que insisten en que el exceso de trabajo sólo aporta más problemas. Sin embargo, hay mentalidades a las que les cuesta asumir que existe este riesgo y que, por el contrario, piensan que por racionalizar el trabajo y  por eliminar esas excesivas horas extras, lo único que va a conseguir es perder.

Voy a exponer a continuación los graves efectos que pueden tener estas malas prácticas.

  • Fatiga física y mental
  • Apatía, que se puede presentar hacia el trabajo, en las relaciones familiares e incluso en la vida social
  • Depresión, que puede llevar pareja una gran desmotivación hacia cualquier aspecto del trabajo e incluso en la vida privada de estas personas
  • Predisposición al enfado y al mal humor, pudiendo llegar esto a convertirse en una irritabilidad crónica
  • Perdida de la memoria y dificultad para el aprendizaje
  • Pesimismo y sensación de que todo puede empeorar aún más
  • Dificultad para dormir y conciliar el sueño
  • Trastornos corporales como pueden ser: dolores musculares, dolores de cabeza, dolores de estómago, problemas digestivos, molestias oculares, etc.
  • Dependencia de fármacos, problemas de alcoholismo e, incluso, adicción a drogas

El tiempo que se pasa trabajando cada día es una decisión humana y nunca, con excepción de casos muy concretos y puntuales, debería ser fomentado el exceso de horas trabajadas. Esencialmente, trabajar mucho genera un daño en la salud y en la productividad de las personas, y debería ser posible cambiar este paradigma por un trabajo donde el número de horas sean las adecuadas.

Las personas que caen en esta situación deberían de pensar si les merece la pena cambiar salud por dinero y si les merece la pena perderse tantas cosas por estar todo el día trabando. A su vez, a los empresarios les pediría que reflexionasen sobre los verdaderos peligros a los que exponen a sus trabajadores por estas malas prácticas. Realmente, tanto jefes como empleados se sorprenderían de lo que pueden lograr si, en lugar de promover el trabajo en exceso, se preocuparan por encontrar un equilibrio donde el trabajo racional no lleve a nadie por la vía de la saturación por un abuso de las horas trabajadas.

 

José Ignacio Azkue