¿Cuántas veces hemos comentado que la naturaleza del trabajo hoy en día ha cambiado? Desde el desarrollo de internet y las comunicaciones móviles, estamos inmersos en una vorágine de inputs a lo largo del día, que nos dificulta enormemente el poder centrarnos en nuestro trabajo, en lo que realmente nos interesa, en lo que nos hace avanzar y nos da resultados.
Esto nos ocurre constantemente. Inconscientemente dejamos de hacer este tipo de tareas, las que nos llevan a resultados, para meternos de lleno en el fregado del día a día.
Cuándo estoy dando un seminario sobre GTD y productividad personal, y pregunto a los asistentes, ¿qué es lo que más les molesta de todo lo que les ocurre a lo largo del día? Ya me sé la respuesta. Invariablemente, los imprevistos y las urgencias siempre están en los primeros puestos.
Pensemos por un momento qué nos ocasiona esto. Supongamos que estamos trabajando en algo importante. De repente cuando más concentrado y a gusto estábamos con nuestro trabajo, nos llega una urgencia. Suenen las alarmas, ese cliente, el jefe, ese correo electrónico que acabáis de recibir, poner el ejemplo que queráis, seguro que tenéis más de uno. Como consecuencia dejáis lo importante para enfrentaros a lo urgente.
Si, ya sé que me vais a decir que lo urgente es urgente, y que hay que atenderlo inmediatamente. Las obsoletas técnicas de gestión del tiempo dirían que lo importante es primero y que las debemos hacer para evitar se nos produzcan urgencias.
El verdadero problema es que los dos conceptos son absolutamente subjetivos y tienen otra cualidad su calificación cambia de manera constante e inmediata.
Si dejamos un trabajo importante por una urgencia, es que en realidad no era tan importante. Y también, todos sabemos que una gran urgencia deja de serlo ante otra.
Por tanto, como he dicho anteriormente, estos conceptos cambian, son subjetivos y seguro que para dos personas, sus valores son completamente diferentes.
¿Cómo debemos de trabajar?, ¿cómo debemos elegir nuestras tareas? Pues evidentemente por nuestros objetivos, por nuestras metas, estos son mucho más estables, no cambian de la misma manera, y si cambian, al menos son mucho más estables que los volátiles conceptos de importante o urgente. Además trabajar con perspectiva en función de nuestros objetivos tiene otra importante ventaja. Nos ayudan a conseguir los resultados que perseguimos, nos dan resultados y seguramente trabajaremos sin tanto estrés.
José Ignacio Azkue
Hay un episodio muy interesante en el libro La Meta, cuando de iden poner lazos rojos y lazos verdes a los pedidos.
Se dan cuenta que si solo tratan una clase de pedidos, el sistema se colapsa por culpa de la otra clase, elijan los verdes o los rojos.
Pasa lo mismo con urgente e importante. No se puede renunciar a ninguno de los dos.
El problema se hace mayor porque los urgentes no nos dejan el tiempo de pensar y valorar correctamente su grado de necesidad de ser tratado.
Por lo que es mejor tener un patron de respuesta preestablecido, y que tenemos que aceptar equivocaciones puntuales en pos de una optimizacion global y a largo plazo.
(Tecleado con tablet) :-(
Efectivamente MIchel. Es más si sabemos distinguir las urgencias de las verdaderas urgencias, nos damos cuenta que la mayoría no son más que imprevistos. Dado que la mayoría de las personas tienen hábitos reactivos, su forma de trabajar les lleva a tratar todo como si fueran verdaderas urgencias, con lo que nunca tienen tiempo de trabajar su perspectiva.
Un saludo.
José Ignacio Azkue
Es evidente que las urgencias diarias son las que nos malogran el dia y nos apartan de los objetivos reales e importantes.
Pero yo tampoco me quejaría tanto de las urgencias de forma genérica. Nuestro devenir en el trabajo también debe contemplar la resolución de estos contratiempos con la mayor agilidad y profesionalidad posible.
Desde mi punto de vista lo que realmente distorsiona nuestro quehacer son la CANTIDAD de urgencias.
Estamos en un momento en que todo parece urgente.
Y sino fijaros en este ejemplo:
Mando un correo electrónico, espero unos minutos y no obtengo respuesta.
Llamo al interesado desde el fijo y no me atiende.
Me levanto de la silla y voy a su puesto de trabajo y veo que ya hay dos compañeros más esperando para que les atienda. Por esto no atendió ni el correo ni la llamada.
Que hago?
Lo llamo por el móvil. Y… voilà!!! me atiende!!!
Es fascinante, el móvil atiende urgencias.
Saludos,
Hola Josep. El problema desde mi punto de vista no son la cantidad de urgencias, el verdadero problema es que las urgencias no son verdaderas urgencias, son simples imprevistos que no sabemos tratar y nosotros mismos las calificamos como urgentes. Eso es lo que probablemente ha hecho tu compañero. ha visto el móvil ha pensado en una urgencia y ha reaccionado.
Saludos
José Ignacio Azkue