En el mercado laboral, y hablando del trabajador del conocimiento, hoy en día la oferta de competencias es muy grande y muy variada; los datos son abrumadores.

Hay sobre todo dos segmentos, los recién licenciados y los mayores de 45 años, que engrosan la mayor parte de los desempleados de este país.  Esto supone, para las empresas que ofrecen empleo, que les sea más fácil encontrar personas suficientemente capacitadas,  que dar con la persona verdaderamente adecuada para desempeñar el puesto.

Nos encontramos también con otra dramática realidad. Hay una gran oferta de experiencia, que tristemente está siendo malgastada y dilapidada. Me refiero a esas personas, a ese segmento que he nombrado antes y que componen los mayores de 45 años que están en paro.

Es innegable, por tanto,  que buscar hoy en día personas con experiencia o con competencias importantes no es difícil. Pero sin embargo, encontrar personas altamente productivas sí lo es. Y lo es porque pocos se han preocupado de que este tipo de trabajador disponga de conocimientos, técnicas y métodos productivos.

Es patética la actitud de muchas empresas, sobre todo las más grandes, que cuando contratan personal nuevo, junto con la típica formación corporativa, “imparten” un par de horas de gestión del tiempo, por cierto técnica más que obsoleta. De esta manera seguro que hay una o varias personas, en esa empresa, que tendrán sus conciencias tranquilas porque habrán posibilitado la formación en productividad de los nuevos contratados. ¡Qué manera de perder recursos y tiempo, ya que este tipo de formación impartida con prisas y metida como por un embudo, no sirve para nada!

La demanda de conocimientos y técnicas en productividad está creciendo en todo el mundo, y no va a dejar de crecer. Va a ser cada vez más demandada por las empresas que identifiquen la necesidad de que sus trabajadores sean más productivos, así como por los propios trabajadores que sientan la necesidad de gestionar mejor su trabajo para, así, evitar las desagradables consecuencias, en su salud y en su vida, que comportan el caos y el descontrol en el que se ha convertido el día a día de muchas personas.

Nadie duda de que es necesario e imprescindible que, cada vez más, la gente disponga de habilidades para organizarse con eficacia. Mientras que la inspiración y la innovación son cruciales para avanzar y sobrevivir en esta jungla en la que se ha convertido el mundo, si un individuo no puede ejecutar un plan o no logra alcanzar el objetivo que tenía, las mejores ideas y estrategias resultarán inútiles si no se trabaja con eficacia.

Lo mismo pasa con las empresas. Por muy claros que sean sus objetivos o su visón, de nada sirven, si no se alcanzan a causa de la baja productividad de sus miembros. Los demás no se quedarán esperando y la competencia no dará tregua. O se mejora o se desaparece, y pensar únicamente en la innovación y en tener buenas ideas no es suficiente, si no contamos con personas altamente productivas que las lleven a cabo con eficacia. Ahí estará nuestra ventaja.

El mayor problema que tiene una persona  para saber qué hacer en un momento determinado de su día, es acertar adecuadamente en la elección de su próxima tarea. Esto es así por todos los inputs que se reciben cada día. Una persona sin conocimientos y técnicas productivas elegirá probablemente mal. Una persona eficaz y altamente productiva elegirá probablemente bien. En esta elección radicará  la diferencia y no hay duda de que tendrá consecuencias, muy diferentes según sea el caso.

Existe un buen número de empresarios y directivos completamente trasnochados en sus conceptos e ideas. Ellos y sus empresas, o cambian o tienen los días contados. Vivimos en tiempos líquidos, en los que todo cambia rápidamente. Nuestras vidas e incluso el mundo. Tendremos que afilar más el lápiz si queremos mantenernos arriba. Eso significa mejorar, pero con ideas y técnicas obsoletas no se conseguirá. La productividad es algo imprescindible que nos puede ayudar, si queremos cambiar y ser más competitivos.

Pero el problema viene desde la raíz de la educación. La mayoría de las universidades, institutos o escuelas de formación profesional no se preocupan de la productividad de sus alumnos (actuales y futuros trabajadores del conocimiento). Algunas, para como he dicho antes dormir la conciencia de alguien, dan algún curso sobre Gestión del Tiempo que ya no vale  para afrontar la naturaleza actual del trabajo. Otras, ni tan siquiera imparten eso. Forman profesionales que, en la mejor de las opciones, no van a saber gestionar eficazmente su trabajo.

En fin, ya es hora de entender la naturaleza del trabajo del siglo XXI y aplicar técnicas modernas que permitan gestionar con perspectiva la cantidad de imputs que un trabajador del conocimiento recibe a lo largo del día y que, en muchas ocasiones, le impide trabajar con eficacia.

¿Cómo están tus habilidades productivas?, ¿conoces algún método de productividad?, ¿aplicas alguna técnica?

 

José Ignacio Azkue