Muchos profesionales pasan todos los días, en su trabajo, tratando de cumplir o alcanzar ciertos objetivos que han sido fijados para un plazo determinado. Así como también hay muchas personas que, en su vida personal, se proponen alcanzar ciertos logros.

Con independencia de que nos refiramos al ámbito profesional o al particular de cada uno, la realidad es que, en muchas ocasiones, y a pesar de poner todo el empeño para lograr alcanzar los hitos propuestos, las personas se quedan a medio camino o encuentran dificultades para conseguir cumplirlos.

Incrementar ventas un 10 % este año, mejorar la comunicación en el equipo, aumentar la producción de piezas correctas al 97 %, mejorar el conocimiento de inglés hasta alcanzar el nivel x, realizar un curso sobre y, finalizar el proyecto z dentro del plazo previsto, etc.

Todos ellos son simples ejemplos, sin entrar en la profundidad de una buena definición de los mismos, que deberían servir para tener muy claras las prioridades de cada uno, pero…

¿Qué pasa cuando no los alcanzas?, ¿te sientes frustrado?, ¿tal vez decepcionado contigo o con tu equipo? ¿Piensas que no vales para ello?, ¿qué no estás lo suficientemente preparado o motivado?

Y, ¿qué pasa después, cuando tienes que retomar ese objetivo u otro nuevo?, ¿te resulta muy cuesta arriba encararlo desde el anterior fracaso?, ¿te empeñas en hacer lo mismo para, esta vez, alcanzarlo? O, por el contrario, ¿te planteas nuevas herramientas, nuevos caminos o nuevas acciones para lograrlo?, ¿analizas, con seriedad y objetividad, los factores que te han impedido alcanzar lo que te habías propuesto?

Tanto si de lo que se trata es de alcanzar algo en tu trabajo o de si lo que quieres lograr está relacionado con tu vida personal, te propongo unos pasos a seguir para que te ayuden a ponerte en marcha y para que, una vez tomada la dirección adecuada, te faciliten llegar al destino fijado.

  • Antes de hacer nada, hay que definir con claridad y exactitud lo que anhelas alcanzar. Es decir, cuál es el objetivo que se ha de conseguir, qué es lo que quieres lograr o a dónde quieres llegar.

Para ello, deberás, utilizando tu lenguaje, buscar la manera de definir con la máxima claridad y concreción lo que deseas conseguir. Utiliza la técnica de metas u objetivos SMART (S-específico, M-medible, A-alcanzable, R-realista retador, T-con plazo de tiempo definido). Por ejemplo: “quiero mejorar la productividad de la línea de ensamblaje de piezas en un 10 % para este año”, “quiero realizar deporte tres días a la semana durante una hora cada día”.

  • Utilizar lenguaje positivo, porque así tu cerebro va a asimilar más fácilmente y con más claridad lo que quieres conseguir si lo defines de esta manera. Para ello, evita definir tus objetivos partiendo de la negatividad o explicando lo que quieres evitar, por ejemplo: “quiero mejorar mi salud y mi capacidad pulmonar en tres meses”, en vez del clásico “voy a intentar dejar de fumar”.
  • Define con claridad el propósito, es decir, el “para qué” quieres lograr lo que te has propuesto. Un ejercicio muy positivo para ello es visualizar cómo te sentirás cuando hayas alcanzado tu objetivo, qué cosas, materiales o no, tendrás cuando lo hayas logrado, qué impacto tendrá en tu vida.

Si no se define bien este paso, te puedes encontrar con que perseguías algo, pero que, una vez conseguido, no te gustan las consecuencias que acarreaba. Imagínate que anhelas un puesto de mayor responsabilidad en tu empresa para proporcionar mayor estabilidad económica a tu familia, ya que ellos son lo más importante de tu vida, pero, una vez alcanzado el puesto, te das cuenta de que, debido a la gran carga de trabajo que supone y a que tienes que realizar continuos viajes, no puedes disfrutar de lo que, en principio, es lo más importante para ti.

Esto no hubiera ocurrido si, al definir tu objetivo, hubieras visualizado correctamente cómo iba a influir en tu vida cotidiana.

Una clara definición de acciones específicas (tareas) te puede señalar diferentes recorridos para lograr un fin, con lo que podrás elegir cuál es el más idóneo para que, con los medios de los que dispongas, materiales o no, puedas conseguirlo. También podrás analizar y comparar planes de acción de otros objetivos que no te hayan funcionado como tu esperabas, para tomar las medidas y correcciones que consideres oportunas en esta nueva ocasión.

  • Qué necesitas para llegar a tu objetivo. Aparte de los recursos materiales y humanos, muchas veces es preciso mejorar algunas aptitudes o competencias. Una vez identificadas estas necesidades, deberías transformarlas en tareas que añadir a tu plan de acción para que no queden en el olvido.
  • Por último, siempre es recomendable medir el progreso de tus objetivos. Es muy desmotivador embarcarte en un proyecto y comprobar, después de varios meses de duro trabajo, que tienes una desviación en cuanto a los resultados esperados. Es conveniente, dentro del plan de acción, tener previsto cómo se va a evaluar y las acciones necesarias para hacerlo, de manera que, según vayas avanzando, sepas si vas en la dirección y con la velocidad adecuada a tus intenciones y propósitos.

Te dejo estos seis puntos para que te sirvan de referencia cuando quieras cumplir con los objetivos que te hayas plantado alcanzar. Si sigues estos consejos, no tengo duda de que tendrás más probabilidades de completarlos. Lo importante es que empieces cuanto antes a aplicarlos, incluso con los objetivos que ya tengas en marcha.

 

José Ignacio Azkue