Tu smarphone se puede volver contra ti si, de lo que hablamos, es de tu productividad personal. Aunque esas portentosas máquinas, comparables a ordenadores de última generación, te ayudan a estar en contacto con tus compañeros, con tus clientes, con tu familia y amigos, a consultar tu correo electrónico estés donde estés e, incluso, te pueden ayudar a realizar tareas urgentes sin estar sentado en tu mesa de trabajo, la cruda realidad es que se ha vuelto un enemigo declarado de la productividad, del descanso, de la intimidad a veces, de muchas personas.

Hace ya unos años se achacaba al café el supuesto bajo rendimiento de los trabajadores: se culpaba a esas reuniones, a veces semiclandestinas, junto a la máquina expendedora, donde se aprovechaban esos momentos de asueto para relajarse unos minutos, hablar con los compañeros y desconectar del trabajo. Muchos jefes no entendían que, tras esos descansos, se podía producir un reseteo en la cabeza de las personas que les ayudaba a retomar el trabajo con mayor ímpetu, lo que convertía este acto del descanso para el café en provechoso e, incluso, productivo.

Sin embargo, hoy en día se nos ha colado el enemigo en casa.  Mejor dicho, le hemos abierto la puerta de nuestras empresas y le hemos invitado a que invada con total impunidad nuestro horario de trabajo. Hemos llegado, incluso, más lejos todavía al haber permitido que se introduzca de igual modo en nuestra vida privada hasta convertirse, así, en un arma de destrucción masiva de nuestra productividad y nuestro descanso.

El aburrimiento perjudica gravemente la salud de la batería del mi móvilAnónimo.

Nadie duda de las bondades de estos artilugios, ya que abren la puerta a la información, aunque no sé si al conocimiento, a todo el mundo además de que sus aplicaciones permiten ejecutar cantidad de tareas en situaciones que hace tan solo unos pocos años eran impensables.

Pero estos aparatos no vienen solo con todas las maravillas que la publicidad y el marketing nos quieren presentar de ellos. Traen más cosas y muchas de ellas negativas para la efectividad en el trabajo. Estos ordenadores con cámara de fotos y que, además, te permiten efectuar llamadas, traen agazapadas otras maravillas denominadas aplicaciones, a las que me he referido en el párrafo anterior, y que son una verdadera fuente de distracciones, interrupciones y una clamorosa llamada a perder la concentración a cada instante. En fin, tenemos metidos en nuestros bolsillos unos aparatos que exigen de nuestra atención reiteradamente a lo largo del día, todos los días del año.

“Maldita sea, me acaba de llegar una nueva urgencia. Me estoy perdiendo algo que se está haciendo una bola en las redes sociales. Mi pareja me acaba de mandar un mensaje; tendré que mirarlo. Ya estoy harto de este cliente, desde que me pidió mi número de móvil me abrasa cada vez que hace un pedido. Ahora leo los correos cuando estoy desayunando en mi casa y, voy como un caballo desbocado todos los días al trabajo. Tengo una nueva notificación de que hay que actualizar una aplicación. Me acaba de llegar las nuevas promociones y descuentos de la tienda de ropa…” ¿Es, o no, el pan de cada día?

El trabajo es duro. Las distracciones son abundantes. Y el tiempo es corto” Adam Hochschild.

Sí, estos maravillosos aparatos nos pueden ayudar en el trabajo, pero también todo lo contrario. Han transformado en unos pocos años un mundo que circulaba a una velocidad más lenta, en un lugar donde todo lo que ocurre nos llega de inmediato. Y esta inmediatez, además, nos provoca una constante inquietud de perdernos algo, un recelo que muchas veces se convierte en angustia, una mente dispersa entre el aparato y nuestras obligaciones, lo que obliga a nuestro cerebro a estar constantemente cambiando de atención y de foco.

No hace falta acudir a sesudos y prestigiosos estudios de tal o cual universidad o empresa líder mundial, para saber que las interrupciones constantes en el trabajo generan pérdidas de dinero importantísimas y que, además, éstas al ser constantes, operan como desaceleradores del funcionamiento general de las empresas, habiendo de tener en cuenta, sin ninguna duda, las tremendas pérdidas en coste de oportunidad que se provocan.

Pero también hay otros factores negativos, muy importantes en la vida de los seres humanos, que podemos atribuir a las numerosas aplicaciones con las que completamos la funcionalidad de estas máquinas: rara vez reparamos en el estrés que nos provocan o en la adicción que generan a los usuarios, con independencia, incluso, de su edad u ocupación.

Puede que no haya nada más íntimo que las propias adicciones.” María Fornet.

Esta nueva patología surgida este siglo, la adicción al móvil, seguramente podríamos describirla de otra manera, porque lo que nos ocurre es que tenemos miedo a quedarnos sin él, a olvidarlo en casa, en la oficina o en el coche.  Y esa patología ya tiene nombre científico: «nomofobia».

La cruda realidad es que más de la mitad de las personas consultadas en las encuestas se llevan el móvil a la cama, son incapaces de separase de él hasta en los momentos más íntimos o de descanso, lo que puede provocar otras patologías como el déficit de descanso por problemas a la hora de conciliar el sueño, pudiendo llegar a causar incluso un síndrome de insomnio crónico.

Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos” Confucio.

Al igual que otras adicciones, esta, que se manifiesta en la creciente ansia de los usuarios por estar permanentemente chequeando su móvil, se puede incluir en la misma familia de una patología como la ludopatía. Y es que algo que produce placer a nuestro cerebro, aunque no nos demos cuenta, es susceptible de convertirse en adictivo y fácilmente podemos perder el control sobre ello. Y, aunque nos parezca increíble, si se nos quita o perdemos el móvil, como con cualquier otra adicción, se nos genera síndrome de abstinencia.

James A. Roberts, uno de los expertos más reputados por sus investigaciones sobre la adicción al móvil, en su famoso artículo titulado: My life has become a major distraction from my cell phone propone doce frases para meditar sobre ellas y, según sea la conclusión que obtengamos con cada una, al final, obtendremos una indicación sobre nuestro nivel de adicción al móvil y, de esta manera, conoceremos nuestra situación real al respecto:

  1. Al levantarme por las mañanas lo primero que hago es mirar el móvil.
  2. Vuelvo a casa mientras voy al trabajo si me he dejado el teléfono en casa.
  3. Uso con frecuencia el móvil para salir del aburrimiento.
  4. A veces he fingido una llamada para evitar alguna situación comprometida o molesta.
  5. Cada vez le dedico más y más tiempo al móvil.
  6. Soy consciente de que paso más tiempo en el móvil del que debería.
  7. Si no tengo el móvil a la vista tengo ansiedad o me vuelvo irritable.
  8. Me entra el pánico cuando creo que he perdido mi móvil.
  9. A veces he llegado a discutir con mi pareja, amigos o familia a cuenta del uso excesivo que hago del móvil.
  10. He llegado a utilizar el móvil cuando estoy conduciendo.
  11. He intentado dejar de usar tanto el móvil, pero la voluntad me falla y vuelvo a utilizarlo como antes.
  12. Creo conveniente y me gustaría reducir el uso que hago del móvil, pero temo que no podré logarlo.

Respóndete con sinceridad a estas frases y suma las respuestas positivas para tratar de identificar si de verdad tenemos un problema al respecto.

Si has logrado una puntuación de 8 ó más tu comportamiento es muy probable que sea adictivo y tal vez deberías plantearte una solución a través de la ayuda de algún profesional experto en adicciones.

Si tu puntuación afirmativa está entre 5 y 7 probablemente tengas una conducta abusiva al límite de lo recomendado, ten cuidado porque estás muy cerca de la adicción.

Si tu situación presenta puntaciones inferiores, lo más probable es que no tengas ningún problema, incluso para puntaciones muy bajas, puede que sea un indicativo de un uso muy bajo de esta tecnología.

Ahora bien, en cualquiera de los casos, si tu respuesta a la frase número 10 ha sido positiva, estas cometiendo una grave imprudencia al usar el móvil mientras estás conduciendo, no solo porque está penada por ley, sino que además pones en peligro tu vida y la de los demás, que es mucho más grave.

La victoria siempre es posible para la persona que se niega a dejar de luchar” Napoleón Hill.

Con voluntad y ganas hay muchas cosas que tienen solución y la adicción al móvil esta entre ellas. Hace unos meses me entrevistaron dos jóvenes emprendedores para pedirme mi opinión, y algún que otro consejo, sobre una aplicación que estaban desarrollando que te facilitaba datos e información sobre tu uso del móvil, sobre que aplicaciones usas y durante cuánto tiempo, permitiéndote además bloquearlas a tu voluntad para reducir su uso.

Imagino que como ésta habrá otras aplicaciones similares, por lo que, si tu adicción al móvil se te hace patente, tal vez deberías buscar alguna solución que puede pasar por el uso de uno de estos cortafuegos.

 

 

José Ignacio Azkue