Los que hablamos de productividad personal, solemos incidir reiteradamente acerca de la importancia que tienen los hábitos en esta importante competencia.  Siempre nos referimos, sin embargo, a los hábitos en el trabajo, como si éstos fuesen los únicos importantes para ser productivo.

Aunque muy olvidados, también tenemos hábitos fuera de la vida laboral, hábitos que resultan fundamentales para la productividad de las personas. En especial los que tienen relación con el descanso, y, en particular con dormir. Dormir bien.

Se pueden tener hábitos muy productivos, se pueden seguir fielmente métodos de productividad como GTD, pero si se acude cansado, somnoliento, con la capacidad de concentración mermada por un mal descanso, de nada o de muy poco servirán estos hábitos o este excelente método, ya que no podremos  dedicar al trabajo importante la calidad,  la dedicación y el esfuerzo que merecen.

Desarrollar las labores, sean profesionales o no, con atención plena,  como comentaba en mi artículo anterior, es requisito fundamental e imprescindible para que, lo que se haga, esté hecho de manera productiva y eficaz. El descanso, y para lograrlo la calidad de cómo se duerme, repercutirán de manera proporcional en esta atención plena, y como consecuencia de ello, en esta productividad así como en la eficacia.

El sueño y el descanso reparador son necesidades fisiológicas para las personas, lo mismo que comer, beber o respirar. Si una persona no consigue dormir bien, su descanso se verá comprometido. Como consecuencia, su cuerpo y su mente no estarán en disposición de entregar toda su capacidad.

El arte del descanso es una parte del arte de trabajar” John Steinbeck

Hay muchos síntomas que impiden dormir bien: dificultad para conciliar el sueño, dificultad para permanecer dormidos, apneas, movimientos periódicos de extremidades, sonambulismo, etc., son problemas que requieren de tratamiento médico y que surgen con independencia de la voluntad de quien  los sufre.

Ahora bien, la raíz del problema que me ocupa en este artículo, así como  su solución, sí dependen de la voluntad de quien lo padece, con independencia de que esta persona sea consciente o no de ello. Tiene que darse cuenta de que el remedio está en sus manos, identificar el problema, tomar las decisiones adecuadas y poner en práctica las acciones que le permitan superarlo.

Dormir bien, de un tirón, no significa que se duerma lo suficiente para descansar adecuadamente. Y con esto me estoy refiriendo a esas personas que tienen déficit de sueño porque duermen menos horas de las que serían aconsejables para tener un descanso reparador. Esto ocurre porque, en demasiadas ocasiones, se roban horas al sueño para dedicárselas a otras actividades y que muchas veces se justifican porque, supuestamente, están relacionadas con actividades laborales.

Pensemos en sus consecuencias. Dormir poco, de manera reiterada, supone que la persona se levante al día siguiente cansada, de mal humor. Con su capacidad de concentración mermada por la fatiga. Que su creatividad, probablemente, quede relegada para mejor día. Así mismo, su capacidad de resolver problemas también se verá negativamente afectada. Y esto les pasa todos los días a muchas personas porque descansan mal como resultado de que duermen poco.

¿Qué pasa cuando esto ocurre? La respuesta es sencilla: esta persona se transforma en un mediocre, incapaz de sacar el máximo provecho a toda la capacidad de la que está dotado. Pues bien, a pesar de saberlo y de ser conscientes de las consecuencias que se producen, se hace muy poco para evitar esta circunstancia.

La felicidad para mi consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarme sin angustia” Françoise Sagan

Hoy en día, por desgracia, el trabajo nos persigue allí a donde vayamos: estemos jugando con los hijos, en el supermercado haciendo la compra, reunidos con un cliente,  cenando románticamente con la pareja, e incluso dentro de la cama. Con los teléfonos inteligentes y los tablets, nuestras obligaciones laborales llegan hasta el que debería ser nuestro santuario para descansar.

En pijama o sin él pero entre las sábanas, se lee el correo electrónico, se hace un retoque a una oferta, se lee un informe al que se califica de urgentísimo, lo sea o no. Esta actitud es agresiva para tu reposo, y como consecuencia de la no desconexión de tus preocupaciones, éstas te acompañan en tus “dulces” sueños  y te perjudican, porque reducen la calidad de tu descanso. Además está más que demostrado que la luz de estos aparatos que nos llevamos al dormitorio inhiben el sueño.

Doy una serie de consejos, que son conocidos por casi todos, pero que conviene recordar  para tener un plácido sueño cada noche. Son necesarios, por otra parte, para que el cuerpo y la mente estén saludables y con energías suficientes para afrontar cualquier tarea al día siguiente. Además, a través de su repetición se pueden adquirir como hábitos saludables que, indirectamente, van a repercutir en nuestra productividad:

  1. Antes de acostarte. Establece una rutina relajante. Un baño tibio, una lectura placentera o escuchar música tranquila. También puede ser recomendable tomar un vaso de leche  o bien una infusión de manzanilla o de valeriana.
  2. Tranquilidad. Ésta  es fundamental para dormir.  Hay que evitar las discusiones,  los conflictos y descartar trabajar en la cama. A los problemas hay que dedicarles atención durante el día y tratar de olvidarlos  por la noche. Tampoco conviene realizar esfuerzos intelectuales antes de acostarse.
  3. Horarios y rutina. Es necesario fijar unos horarios para organizar nuestro sueño, y debemos hacerlo de manera responsable. Se debe ir a dormir a la misma hora cada día y de la misma manera despertarse también a la misma hora, en la medida de lo posible.
  4. El dormitorio. El lugar donde duermes deberá ser un lugar de tranquilidad y silencio. El móvil, el portátil o la televisión no deberían estar en este sitio. Hay que procurar que la habitación sea cómoda, bien ventilada y que tenga una temperatura agradable.
  5. El ejercicio. El practicar algún tipo de deporte o ejercicio físico con regularidad favorece el descanso y nos ayuda a liberar tensiones. Cuando se está cansado por el ejercicio se duerme más rápido, se consigue un mayor porcentaje de sueño profundo y se despierta con menos frecuencia durante la noche. Pero se debe evitar practicarlo al menos dos horas antes de ir a dormir.
  6. La cena. Hay que evitar: las cenas copiosas, hacerlo demasiado tarde o inmediatamente antes de acostarse. Tampoco es recomendable beber líquidos en exceso. Además hay que tener especial cuidado con las bebidas alcohólicas,  y evitar el café y el té sobre todo tres horas antes de acostarse.
  7. Dile adiós al tabaco. Fumar, además de ser un gran enemigo de nuestra salud, perjudica nuestro descanso. La nicotina provoca en nuestro organismo un efecto que dificulta que nos quedemos dormidos con facilidad.
  8. Si no te duermes pronto, levántate. Dar vueltas y vueltas en la cama es un indicador de que no estamos relajados ni preparados para dormir. Si ves que después de un tiempo prudencial no te has dormido, levántate, ponte a leer un poco, y después regresa a la cama. Estar pensando que no te duermes lo único que va a hacer es agravar el problema.
  9. El profesional. Si, a pesar de seguir estas sugerencias, los problemas para dormir persisten y esto afecta negativamente al trabajo del día siguiente, valora la posibilidad de consultarlo con algún especialista.

Todos estos consejos, puestos en práctica a diario, se van convertir a través de la repetición, en unos hábitos que nos van a facilitar una correcta relajación y para que, con un sueño reparador, logremos descansar adecuadamente.

En todas partes se están reconociendo  la necesidad, y las ventajas, de un buen descanso para los profesionales. El motivo principal es que el estrés acumulado y la falta de sueño pueden hacer colapsar, incluso, a los profesionales más curtidos. Por lo tanto, se hace necesario contar con unos adecuados hábitos que permitan a cualquier persona descansar de manera óptima para lograr su máxima productividad y rendimiento al día siguiente.
José Ignacio Azkue