El estrés laboral o profesional es uno de los mayores enemigos de la productividad, del rendimiento, incluso de las buenas relaciones entre compañeros y colegas pero, sobre todo, es un gran enemigo de la salud. Para evitarlo, o tratar de que te afecte lo menos posible, deberías de conocer a tu enemigo y, al menos, identificar las principales razones por las que éste puede aparecer en tu vida.

El estrés que puedes sufrir en tu trabajo, que es el que en este blog nos interesa, es un tipo de estrés propio de las sociedades industrializadas y es un problema que se viene agravando, y extendiendo, año tras año.

Sin género de duda, prácticamente cualquier trabajador del conocimiento, en la actualidad, se encuentra con una creciente presión en su entorno laboral. Eso se debe, en parte, a las nuevas tecnologías, que lo han invadido hasta convertirse en algo imprescindible en el mundo del trabajo. Por la otra parte, la inmediatez y los cambios constantes que sufre el trabajo lo han transformado en algo complejo y difícil de gestionar.

Esto no resulta gratuito y, como consecuencia, puede verse afectada no solo tu salud, sino también las relaciones con tu entorno más próximo. Por lo tanto, interfiriendo tanto en el ámbito laboral como en el familiar e, incluso, en el social.

Este tipo de estrés será probable que empiece a aparecer cuando percibas que tus capacidades y recursos están siendo superados por factores a los que ignoras cómo hacer frente y, además, también puede ocurrir que surja a medida que vayas tomando conciencia de que estás perdiendo el control sobre tu entorno laboral, al que no consigues dominar.

Hay que ser conscientes de que lo que nos provoca malestar o ansiedad no son los eventos, sino como vinculamos las emociones a éstos” Jonathan García-Allen.

A partir de aquí es cuando aparecen los síntomas del estrés: empezarás a encontrarte cada vez más irritable y, también, puede que llegues a sentirte deprimido e, incluso, impotente para superarlo. Sea cual sea el estadio en que te encuentres, casi siempre irá acompañado por sensaciones de agotamiento físico y mental.

Por esas razones y por esa sintomatología, se considera que el estrés genera una reducción apreciable y medible en la productividad de cualquier profesional, además de que sufrirlo supone, sin duda alguna, un empeoramiento de su calidad de vida. Han aumentado los casos, cada día más frecuentes, en que los trabajadores son diagnosticados del síndrome Burnout o del trabajador quemado, que suele ocasionar bajas laborales.

Las causas del estrés son diversas, si bien entre las más frecuentes nos podemos encontrar las provocadas por, o bien una excesiva carga de trabajo, por un elevado nivel de responsabilidad, por la toma sucesiva de decisiones difíciles o, incluso, a causa de unas relaciones laborales insatisfactorias. Aunque basta con que se dé alguna de estas circunstancias para que aparezca el estrés, la combinación de varias de ellas puede llegar a ser, incluso, más grave.

La preocupación no elimina el dolor del mañana, sino que elimina la fuerza del hoy” Corrie ten Boom.

Es muy importante comprender que el estrés no depende objetivamente de las cosas que te pasen, ni tan siquiera de que las personas que te rodean puedan ejercer cierta influencia negativa sobre ti, sino que incumbe a cómo reaccionas ante esas circunstancias. Si no tienes esto muy claro, será fácil echar balones fuera y culpar a los demás de lo que te pasa. Por eso, hazte a la idea de que el único responsable de tu estrés eres tú.

Pero cuando aparece, resulta mucho más fácil echar la culpa de tu ansiedad al jefe, a las tareas, a los clientes, a los proyectos pendientes, a las fechas límite… Sin embargo, piensa un momento: ¿por qué, ante las mismas circunstancias, algunas personas se estresan mientras que a otras no sólo no les afecta, sino que les motiva?

Te voy a dar algunos consejos para que trates de controlar el estrés.

1º. No trabajes demasiadas horas. 

Trabajar muchas horas de manera habitual no es bueno, porque, de manera indefectible te va a llevar al agotamiento y éste se acumulará hasta que te derrumbes.

Trabajar muchas horas no te hace más productivo, sino que, probablemente, cause el efecto contrario, ya que está demostrada la relación negativa entre el tiempo de trabajo y la productividad, de forma que se tiende a disminuir el aprovechamiento que se hace de cada hora trabajada.

El cansancio y la fatiga deberían obligarte a tomar el tiempo libre que necesites para recuperarte porque, si no lo haces, no descansar te impedirá que realices bien tu trabajo ya que se eleva la probabilidad de que cometas errores.

Además, cuantas más horas trabajes mayor será la perdida de focalización en tus áreas de responsabilidad. Enseguida perderás el tiempo que antes dedicabas a tu ocio, a tus aficiones, dejarás de hacer deporte, tus relaciones sociales se deteriorarán y, sobre todo, perderás parte del contacto que debes de mantener con tu familia, llegarás tarde a casa, cansado y de mal humor, lo que afectará negativamente a las relaciones que debes de mantener con tus seres queridos.

2º. No caigas en la multitarea.

¿Qué pasa cuando te llega algo inesperado en el trabajo? Haz examen de tu actitud, de si cada vez que estás intentando terminar una tarea y te llega algo imprevisto, como una llamada de teléfono, uno o varios correos nuevos, un compañero u un jefe que te piden que les ayudes realizando otra tarea, es muy probable que dejes de lado lo que estabas haciendo y caigas en la tentación de enfrascarte con lo nuevo.

Como esto ocurre muy habitualmente, incluso con más frecuencia de lo que razonablemente puedes desear, terminas teniendo cantidad de trabajos iniciados, pero sin finalizar. Y eso estresa y mucho porque, al final, puedes perder el control de todo lo pendiente. Pues bien, has de saber que una de las causas más importantes de tu estrés radica en no ser consciente de lo que no estás haciendo.

3º. Evita o controla las distracciones.

Aunque guarde relación con el punto anterior no estoy hablando de lo mismo. La multitarea tiene mucho que ver con las distracciones. En general, caes en ellas, ya que vienen provocadas por tu deficiente gestión cuando te llega una cosa inesperada. A su vez, tener tareas sin terminar, por doquier, ocupando buena parte de tu mesa o de la pantalla de tu ordenador, sólo te provocará continuas distracciones.

Cada vez que tengas una distracción en el trabajo, como mínimo tendrás que retomar lo que estabas haciendo, si no es a continuación, será en otro momento. Al abandonar, aunque sea momentáneamente, tu tarea habrás perdido el foco sobre ella y tendrás que volver a concentrarte para situarte en el lugar donde la habías abandonado. Esto lleva su tiempo y, como ocurre muchas veces a lo largo del día, se podría acumular lo que te cuesta retomar cada trabajo que habías abandonado por una interrupción. Que no te extrañe, si haces el cálculo, que la cantidad resultante pueda llegar a ser de varias horas cada jornada, horas que se habrán perdido, con su coste real, con su coste de oportunidad y sin que quepa la posibilidad de recuperarlas.

Gran parte de la tensión que la gente siente no viene de tener demasiadas cosas que hacer. Viene de no terminar lo que han empezado” David Allen.

4º. No dejes que el trabajo te supere.

Por muy buenas intenciones que tengas, tu capacidad de asimilar y completar trabajos es limitada. No puedes ir diciendo que “sí” a todo lo que te llega o te propongan porque, de lo contario, tarde o temprano te encontrarás saturado y desbordado por el trabajo pendiente que tienes por hacer.

Tal vez tengas una expectativa poco realista de tu capacidad de trabajo o, simplemente, tengas miedo de no cumplir con los requisitos que tus jefes, que tus clientes o que tus compañeros esperan o tengan de ti. Llegado o identificado este extremo, tal vez sería conveniente tener una reunión con la otra parte para analizar la situación y llegar a un entendimiento.

Ten en cuenta que la idea de productividad está más cercana a la idea de hacer poco y bien que mucho pero mal.

Como ves, cada una de estas ideas para reducir o no sufrir con el estrés, tiene que ver con cómo actúas respecto de tu trabajo y tus circunstancias. Controlándolas y tomando decisiones de manera proactiva tendrás el dominio sobre ellas y, por consiguiente, no afectarán tan negativamente ni a tu persona, ni a tu salud, ni por supuesto, a tu trabajo.

 

 

José Ignacio Azkue