Está claro que no todas las personas responden de la misma manera cuando se sienten bajo presión a la hora de realizar su trabajo. No todo el mundo tiene la misma capacidad de realizar sus funciones bajo circunstancias adversas  y, como consecuencia, los resultados de trabajar bajo esta situación pueden ser muy distintos dependiendo de las habilidades de unos y otros.

Hoy en día se da la paradoja de que muchos reclutadores y caza-talentos ponen, como condición de sus ofertas de empleo, disponer de esta habilidad como competencia indispensable para ciertos trabajos.

No entiendo, ni porqué, ni desde cuándo, trabajar bajo presión se ha convertido en una cualidad para ser un buen empleado. En mi opinión, esto no es más que un indicador de que en esas empresas u organizaciones algo no está bien,  y de que no ayudan a sus empleados para que realicen de manera óptima su trabajo, ni de que dominen como deberían ser sus procesos.

Está claro que, en vez de formar a sus miembros para que controlen de manera efectiva su trabajo y todas las variables que día a día puedan influir en él, prefieren ahorrarse esas cantidades y, para ello, buscan personas capaces de reaccionar, tal vez de manera serena, no lo sé, ante cualquier eventualidad aunque con ello comprometan su efectividad.

El trabajo bajo presión, en general,  es aquél que se realiza bajo un concepto limitante como es el tiempo, aunque por lo general también pueden venir acompañado de otras consecuencias, como pueden ser  la sobrecarga de trabajo, la falta de personal, ciertas fechas del año, fallos en la producción, errores cometidos por las personas y que, a pesar de todas o de algunas de ellas, se nos demanda o se nos exige mantener la eficiencia y productividad con la que habitualmente trabajamos, además de hacerlo sin cometer errores.

Creo que a la mayoría de las personas no les gusta esta manera de trabajar y huyen de las presiones. Sin embargo hay otras que se sienten a gusto, felices y trabajan cómodas estando bajo presión. Es más, según afirman, la necesitan para sentirse motivados y focalizados hacia la acción.

Es muy probable que estas últimas hayan aprendido a manejar el estrés, a enfocar sus obligaciones de manera diferente y a cumplir a tiempo con lo que se les encarga. Pero también puede darse el caso de que les falte otro tipo de estímulos más positivos que les lleven a la acción, como pueden la motivación, la ilusión, el que no les guste su trabajo, su falta de perspectiva… y suplen estas cualidades mediante la presión para ponerse en marcha. Es decir ante su falta, dormitan, deambulan, pasan como pueden su jornada hasta que la presión les hace saltar y comienzan de manera frenética a actuar.

Para trabajar de esta manera de forma efectiva se necesita saber, con toda claridad, cómo gestionar la presión de lo que llega y controlar a un nivel adecuado el estrés que va a producir. Para ello, nada mejor que disponer de un mapa completo con todos nuestros compromisos incompletos y saber las consecuencias de cada cosa que hacemos, lo que nos ayudará a elegir con efectividad nuestra siguiente tarea.

En contra de lo que se pueda pensar, trabajar bajo presión no significa reaccionar ante cualquier eventualidad y tratar de solucionarla. Por el contrario, significa tener las cosas muy claras y poder elegir de manera objetiva a qué se le va a dedicar la atención. Consiste en no ser reactivo  sino en saber decidir de manera proactiva cuál va a ser la siguiente tarea a completar.

Las dificultades están hechas para estimular y no para quitar el ánimo”. William Ellery Channing

Trabajar bajo presión puede aprenderse y es algo inevitable en este mundo moderno, donde las exigencias y los compromisos se han multiplicado,  y donde el trabajo VUCA presiona de verdad en todos los sentidos y direcciones.

Para quien sabe dominarlo, este tipo de trabajo no es necesariamente negativo. De hecho, la presión puede ayudar a muchas personas a sacar lo mejor de sí mismas, a mantener la mente enfocada, a demostrar creatividad y ser proactivas.

Para ser un trabajador productivo y con la habilidad de trabajar bajo presión, se deben de tener muy claras unas cuantas ideas sobre efectividad, asumir que, por mucha presión que haya, no se puede hacer cualquier cosa y, además, tener en cuenta que es necesario:

  • Saber analizar con objetividad lo que llega, para aceptarlo o rechazarlo. Porque si no se actúa de esta manera, costará identificar lo que es ineludible, de aquellas trivialidades que nos llegan con la suficiente carga emocional como para confundir la mente, y hacernos reaccionar de manera equivocada.

El que acepta muchas cosas fácilmente, con seguridad tendrá muchas dificultades”. Lao Tsé

  • A partir de aquí, si se considera que se debe prestar atención a lo que ha llegado, se podrá y se deberá determinar el foco y los elementos necesarios para llevar a cabo este compromiso, y se deberán definir claramente las actividades necesarias para completarlo.
  • Conocerse a uno mismo, ya que el trabajo bajo presión produce fácilmente estrés. Si la persona no está preparada o no sabe manejar bien este estrés, puede tener problemas. Lo importante es que cada cuál sepa hasta dónde puede llegar sin pasarse. Bajo condiciones de trabajo sosegado, el rendimiento puede disminuir, precisamente por la relajación en la que uno mismo se puede encontrar, pero paradójicamente, bajo condiciones de mucha presión, puede darse en mismo efecto y reducirse de la misma manera el rendimiento.
  • Evitar caer en la multitarea. Por mucho que esta idea se repita, no dejará de ser muy importante, ya que si nos dejamos llevar por el impulso de querer hacer mucho debido a la presión que sentimos, podemos caer en la forma menos productiva de trabajar.
  • Mantener el control. Quienes saben trabajar bajo presión, esto es lo primero que han aprendido a hacer: templar sus emociones. Si se deja uno llevar por el pánico, le costará mucho más pensar con claridad. Está claro. Para contrarrestar este efecto, se pueden aplicar técnicas de relajación y concentración como Mindfulness. Ajustar la respiración debidamente cuando llega ese momento de tensión, puede transformar ese momento confuso, ese manojo de nervios, en energía útil para resolver la situación.

Se podría seguir enumerando factores a tener en cuenta, pero creo que tampoco es necesario pormenorizar una lista exhaustiva y detallada.

Para trabajar de manera efectiva bajo estas condiciones y circunstancias  que pueden llevar a cualquiera por el camino equivocado, no hay nada equiparable a tener un buen método que permita gestionar con su debida perspectiva cada situación, cada compromiso, cada giro que aparezca en cualquier instante  del día o de la vida.

Lo importante, es que esto es algo que se puede aprender y adquirir con la práctica. Los conocimiento y las técnicas están ahí, a la espera de que cada uno identifique sus necesidades, para que esto le anime a atreverse a hacer los cambios necesarios con el fin de que  la presión en el trabajo no le afecte, al menos de la manera negativa, como sin estas buenas prácticas acostumbra a ocurrir. Y cualquiera puede lograrlo…

 

 

José Ignacio Azkue