Una idea muy extendida entre la mayoría de los profesionales refleja la dificultad que casi todos ellos sienten para gestionar o administrar adecuadamente su tiempo. Creen, a pies juntillas, que una buena gestión de este bien, considerado por muchas personas como escaso y al que atribuyen el mismo valor que el oro, es crucial para trabajar bien, para ser productivos, para cumplir satisfactoriamente con todos los compromisos laborales que han aceptado. Pero se equivocan.

En más de un artículo de este blog he tratado de explicar y argumentar que la gestión del tiempo es una falacia y que, por tanto, es imposible llevarla a cabo. Si una persona quiere mejorar su productividad, si quiere mejorar la calidad del trabajo que hace, en vez de administrar su tiempo, deberá aprender a gestionar adecuadamente su atención, es decir, se deberá aplicar para ocuparse correctamente, según sus prioridades, del inventario de sus tareas pendientes de completar.

La Administración del Tiempo es un equívoco, el reto verdadero es gestionarnos a nosotros mismos”, Stephen Covey

Es más, en este artículo publicado en mi blog, afirmaba lo siguiente: “Si aprendemos a focalizar nuestra atención plena conscientemente en o hacia las actividades relevantes y nuestras prioridades, no existirá nunca la excusa del ‘no tengo tiempo’. El problema radica en que solemos enfocar nuestras energías en tareas insignificantes y triviales. Este hecho nos aboca a ampliar y potenciar nuestra zona de preocupación, porque somos conscientes de que no realizamos lo que debemos. Por eso nos estresamos: por no cumplir con nuestros principales compromisos”.

Y, a continuación, decía: “En vez de responsabilizarnos a nosotros mismos de nuestra evidente incapacidad y torpeza, culpamos al tiempo y a su escasa duración: para esconder nuestra incompetencia y, así, proteger a nuestro ego”.

Por tanto, debemos conocer el error al que os puede conducir esta falacia, por ello, es de suma importancia tener los conceptos muy claros, para tratar de no esforzarnos en gestionar lo que, en realidad, es imposible de gestionar, y para procurar cambiar nuestro “chip mental”, de forma que dediquemos nuestra energía a asimilar lo importante: atender de manera proactiva todo aquello sobre lo que realmente sí podemos decidir, es decir, nuestras tareas.

Todos sabemos que nuestra lista de compromisos por cumplir se llena con más facilidad y rapidez de la que deseamos, lo que nos lleva a que se nos nuble nuestro horizonte de prioridades y que, por ello, terminemos atendiendo algunos trabajos y tareas que apenas tienen significado para nosotros. Si de verdad quieres cambiar esta ingrata realidad, tendrás que tener en cuenta unas cuantas cosas:

  • No intentes hacer todo a la vez

Cada vez que lo intentas —y esto, seguramente, ocurre con bastante frecuencia—, no solo no logras hacerlo todo, en realidad, lo que terminas consiguiendo es que te dispersas entre todas esas cosas que te están distrayendo, y caes, por tanto, en la poco productiva multitarea. La consecuencia de tratar de atender todo a la vez es que terminas trabajando peor, seguramente, con pésima calidad y, además, estresándote, porque te vuelves consciente de que no puedes con todo.

La Eficiencia es hacer las cosas correctamente, la efectividad es hacer las cosas correctas”, Peter Drucker.

  • Focalízate todos los días en completar algo importante para ti

Tu obligación es conseguir ciertos resultados, si no te habitúas a hacer algo diariamente para lograrlo, te costará mucho más alcanzarlos, y eso tiene que ver con tu productividad. Para ello, piensa cuáles son tus mejores horas para trabajar y dedícalas a tus cosas importantes. Sin darte cuenta, aprenderás a hacer lo mismo para asuntos de otros tipos de responsabilidades como puede ser: tu familia, tu salud, tu tiempo libre, tu formación, tu desarrollo, tus compañeros, etc.

  • No trates de planificar cada momento de tu día

Si me sigues en mi blog, sabrás que no creo en la efectividad de la planificación tradicional porque, hoy en día, es difícil de cumplirla. El llenar tu calendario con compromisos que, seguramente, sabes que cuando llegue la hora en la que los has fijado no los vas a cumplir no sirve de nada. Y no cumples tu planificación porque cuando llega la —supuesta— hora en la que habías decidido que ibas a dedicarle tu atención a ese trabajo, te encuentras enfrascado en otra cosa y, por tanto, omites lo planificado.

La Productividad nunca es Accidental. Siempre es el resultado de un compromiso con la excelencia, la planeación inteligente y un esfuerzo concentrado”, Anónimo.

Si tus días los llenas de antemano con todo tipo de actividades, ten por seguro que no cumplirás la mayoría de ellas, con lo que, además de sentirte mal por no realizar lo que te habías comprometido, te agobiarás y terminarás, día sí y día también, con la sensación de que el trabajo te supera, de que no eres dueño de las circunstancias cuando, con las técnicas adecuadas, todo esto puede cambiar y mejorar sustancialmente.

  • No trates de cambiar todo de la noche a la mañana

Las mejoras en productividad se basan en cambiar o modificar hábitos de forma paulatina, y esto requiere una dosis de esfuerzo y cierto tiempo. En vez de tratar de cambiar todo a la vez, fíjate pequeños objetivos, pequeños cambios que sean, de esta manera, más asumibles y fáciles de lograr, y céntrate solamente en ellos.

  • Decídete de una vez por todas a comenzar el cambio que necesitas con seriedad

Si sientes que no puedes con todo tu trabajo, si te sientes mal por ello, si a pesar de ello pasan y pasan los días sin que nada cambie, es muy probable que estés postergando iniciar el giro que necesitas en tu vida para aprender a gestionar correctamente tus compromisos y lograr, finalmente, mejorar este problema.

Anímate a empezar cuanto antes, la dilación del cambio a lo único que te lleva es a prolongar el sufrimiento y el malestar por la falta de control sobre lo que te atañe, sobre lo que sucede en tu entorno. Verás que, con que empieces, con pequeños pasos es suficiente para empezar a ver las bondades de una buena gestión de tu trabajo. Una vez empezado el camino, todo es mucho más motivador y fácil.

 

José Ignacio Azkue