Si alguna vez oyes a alguien que afirma que para mejorar la productividad basta con aprender ciertas técnicas, por mucho que estas se adornen como principios universales o como técnicas infalibles e, incluso, como mundialmente probadas, que sepas que te está engañando o, al menos, no te está contando toda la verdad.

Y así de claro lo afirmo, porque hasta que no te diga que lo fundamental en productividad son los hábitos, los que tienes adquiridos, los que no tienes todavía o los tienes que modificar, no mejorará tu productividad, ya que, sin ellos, las técnicas valen de bien poco.

Ocurre lo mismo con las herramientas o las aplicaciones, por mucho que te recomienden alguna, por muy atractiva que te resulte, por muy sofisticada o completa que sea, no habrá ninguna que te ayude a mejorar tu productividad si no tienes los hábitos adecuados que te permitan alimentar esas aplicaciones con los datos necesarios para que puedas utilizarlas de manera positiva y con efectividad.

Por tanto, si quieres hacer algún cambio para mejorar cómo gestionas tu trabajo o tu vida, céntrate primero en identificar, adquirir, eliminar o cambiar ciertos hábitos, algo que, por otro lado, es lo realmente difícil. En este caso y para ello, voy a tratar de darte unas ideas para que, algo en lo que muchas personas fracasan, te resulte más sencillo y exitoso.

  • Empiezo poco a poco

Es muy común pensar que esto de cambiar o modificar hábitos es sencillo, pero la realidad señala todo lo contrario. No te dejes tentar por tu optimismo y céntrate, para empezar, en unos pocos y fáciles cambios, de lo contario, te abrumarás y despistarás, y, como consecuencia, el entusiasmo solo te durará unos días, unas semanas. Al final, puedes acabar con otro frustrante fracaso.

En realidad, creo yo, todos los hábitos se adquieren de la misma manera: a través de la repetición. Por tanto, primero, céntrate en algo que sepas que puedas repetir varias veces al día o en algo que, cuando sea el mejor momento para llevarlo a cabo, veas una señal que te permita ponerte en marcha.

  • Establece un sistema de recordatorios para que te acuerdes de implementar las rutinas que quieras adquirir

Como hemos dicho anteriormente, para adquirir hábitos o modificar los ya existentes, necesitamos efectuar repeticiones voluntarias de actos similares o evitar repetir actos que se produzcan como respuesta a ciertos hábitos que se tengan adquiridos. Para ello, es muy conveniente fijar de manera visible recordatorios de lo que queramos llevar a cabo o no, para que, con relativa facilidad, nos hagan ponernos en alerta y después en marcha para trabajar ese hábito.

Si, por ejemplo, quieres adquirir el hábito de hacer deporte al llegar a casa después de finalizar tu jornada laboral, deja, cada día, de manera visible e intencionada, las zapatillas con las que practicas ese deporte y la ropa deportiva que vayas a usar en el lugar donde te cambias de ropa. Al verlas, aparecerá una señal que activará tu intención de hacer deporte. Habrás evitado, con ello, que se te olvide tu intención de practicar algún tipo de ejercicio. Con este simple acto, tienes un recordatorio que, con independencia de tu memoria o voluntad, te va a recordar y predisponer a realizar el ejercicio que te habías propuesto.

  • Repítelo todas las veces que sean necesarias

Ahora solo te faltará repetirlo, con constancia, el suficiente número de veces hasta que, por ejemplo, el recordatorio anterior que te servía para activarte para salir a hacer deporte no te sea necesario y en ti se haya creado un hábito con el que, en cuanto entras en tu casa, te cambias “sin pensarlo dos veces” y sales a ejercitar tu cuerpo.

Reemplazar una rutina por otra o incorporar una nueva te va a llevar tiempo. Hay algunos autores que señalan el plazo de 21 días, otros dicen 31, y hay quien incluso habla de varios meses. Dependiendo de la complejidad del cambio, te llevará más o menos tiempo. Pero ten en cuenta que el plazo no es la cuestión importante, el resultado del cambio es lo que nos debe animar a ser persistentes y constantes para conseguirlo.

  • Trata de añadir o modificar un hábito cada vez

Los seres humanos, por naturaleza, nos resistimos al cambio, y más cuando lo que queremos conseguir tiene un resultado incierto o desconocido. Tratar de modificar demasiadas cosas en nuestra vida, bien sea profesional, personal o en ambas, puede resultar abrumador, puede que nos de miedo o simplemente puede que tenga como efecto una dispersión excesiva de nuestra mente y de nuestro foco de atención.

Es mucho más realista, positivo y fácil de llevar a cabo estas transformaciones cuando nos focalizamos en uno o dos hábitos y nos centramos solo en ellos. De esta manera, podemos tener el resto de cambios que hemos identificado como necesarios para llevar a cabo, en la recamara, con el fin de que, una vez que hayamos dominado los que estábamos trabajando, podemos intentarlo con otros nuevos.

  • Lo más difícil es decidirse a empezar

El hábito más difícil de modificar o adquirir es el primero con el que lo vamos a intentar, con independencia de su dificultad o calado, entre otras cosas, porque no estamos acostumbrados a hacer este trabajo de manera consciente y porque, probablemente, tengamos una serie de creencias que suponen un lastre hacia ese cambio que queremos hacer. Según vayamos modificando hábitos, nos resultará cada vez más fácil conseguirlo; la experiencia, la constancia adquirida y, sobre todo, el poder saborear los beneficios del éxito conseguido hasta ese momento te van a predisponer con mayor facilidad y positivismo hacia futuros cambios.

 

José Ignacio Azkue