La vida puede ser realmente sencilla. En muchas ocasiones, somos nosotros mismos los que, con nuestra actitud, la complicamos de manera gratuita. Hemos construido un mundo tan sofisticado, complicado e incluso barroco en muchos aspectos, con tantas cosas que se interponen entre nuestra percepción, nuestros sentimientos y nuestras necesidades, que hemos dejado la puerta abierta, de manera inconsciente —y dejándonos llevar por las circunstancias—, a todos los acontecimientos que nos rodean. Eso hace que nos resulte más complicado acceder a lo sencillo, a lo que verdaderamente necesitamos para vivir o para trabajar de un modo más tranquilo y relajado.

Debemos aprender, probablemente de nuevo, a ser capaces de identificar todas las oportunidades que se nos presentan cada día, para acceder a la belleza y serenidad que nos aportan las cosas sencillas que, con tanta generosidad, nos regala la vida.

¿Por qué nos resulta tan difícil y complicado ver estas circunstancias? ¿Será porque no reconocemos lo que puede hacer que nuestra vida sea sencilla cuando se nos presentan oportunidades para ello?, ¿o porque nos hemos alejado de todo aquello que, realmente, nos permite vivir con sencillez y armonía?

Aquí te explico unas maneras fáciles de simplificar tu vida:

  • Aprende del pasado, pero no vivas en él

Los errores y las vivencias del pasado nos deben servir para aprender. El éxito no consiste en estar parado en un punto a través del tiempo, sino en un viaje en el que aprendes de experiencias pasadas, que te ayudan a llegar al destino que tú hayas definido. No tengas miedo a tus fracasos, son parte de tu pasado, déjalos atrás y no viajes con ellos.

  • Enfócate en lo que realmente es importante para ti

Tanto en tu vida como en tu trabajo, estás rodeado de tentaciones que te distraen de tus prioridades. Debes aprender a tenerlas presentes en cada decisión que tomes, y tomas muchas, aunque no te des cuenta, a lo largo del día. Identifica lo que es más importante y prioritario para ti, te será más fácil y sencillo eliminar todo lo demás, sobre todo, lo que sobra en tu mochila de la vida. Aprende a focalizarte y a prestarle tu atención a tus asuntos relevantes, no te arrepentirás de ello.

  • Preocúpate en ser productivo y no en estar ocupado

Muchas personas piensan que la productividad consiste en hacer muchas cosas o, simplemente, en ocupar todas sus horas del día, sin más. Ser productivo es algo más que todo eso. Para empezar, deberías preocuparte de hacer lo correcto, y de hacerlo bien. Para lograrlo, es muy importante que tengas muy claras tus prioridades profesionales, sin olvidar en ningún momento que también deberás tener muy claras cuáles son tus prioridades personales. Conseguir los resultados que te has propuesto siempre será más importante que el tiempo que necesites para lograrlo. Por tanto, olvídate de la gestión del tiempo y céntrate en gestionar correctamente tus compromisos y obligaciones. Acostúmbrate a cuestionarte si lo que vas a hacer merece la pena.

  • No trates de tener a todo el mundo contento

Ser amigo de todo el mundo y tener a todos contentos es imposible en el mundo actual en el que vivimos. Hoy en día nos relacionamos con mucha facilidad y rapidez, y esto facilita la inmediata llegada de compromisos por todas partes. Tu capacidad es limitada, por tanto, es muy importante aprender a decir “no” a tiempo. Dedica tu esfuerzo a tener contentas a aquellas personas que merezcan la pena; al resto, regálales una sonrisa.

  • Organiza tu espacio vital

Empieza a limpiar, si existe, el desorden en tu entorno. Comienza limpiando tu mesa de trabajo, después limpia tu despacho, y sigue progresando por el resto de espacios relevantes para tu vida. El síndrome de Diógenes es algo más extendido de lo que parece a primera vista. No me refiero a esos desórdenes alarmantes que aparecen en los medios de comunicación de vez en cuando, sino a que casi todos tendemos a guardar muchas cosas inútiles, inducidos por la excusa del “por si acaso”. Esto ocupa mucho espacio vital y de trabajo. Además, termina dificultándonos la vida y, en muchos casos, nuestras propias tomas de decisiones. Tener, por ejemplo, un espacio de trabajo saturado de cosas o desordenado terminará por causarte distracciones y estresarte.

  • Deja de pensar en que siempre se ha hecho así

Las mejoras, generalmente, implican cambios, por tanto, hay que evitar caer en el inmovilismo que suele justificarse con el típico “siempre se ha hecho así”. Si siempre haces lo mismo, siempre obtendrás resultados similares.

  • Haz lo que crea tu corazón que es lo correcto

Comienza a ser sincero contigo y evita actuaciones que puedan, después, dejar cierto remordimiento en tu corazón. No te hagas trampas, sé fiel a tus principios y procura hacer siempre lo correcto, es la manera menos complicada de vivir bien contigo mismo. La integridad debería ser un principio universal a mantener, cuando rompes sus reglas, invitas a que las complicaciones se acerquen a tu vida.

  • No busques la perfección en todos sitios

No está mal querer hacer las cosas bien o lo mejor posible, pero de ahí a querer buscar siempre la perfección o no dar tus trabajos por finalizados porque siempre buscas alguna excusa para mejorarlo, ¡hay un trecho! Si eres una persona perfeccionista porque buscas la excelencia más allá de lo razonable, te darás cuenta de que ese sentimiento y esa necesidad de rozar lo sublime te perseguirán en todas las áreas y actuaciones de tu vida. Esta manera de actuar, que puede rozar con la obsesión en algunas circunstancias, casi siempre afecta negativamente en la productividad y resultados de las personas.

  • Olvídate de lo que piensen de ti

Una de las mayores libertades consiste, simplemente, en que no te importe lo que los demás piensen de ti. Lo contrario condiciona mucho la vida y el trabajo de quien lo sufre, y le puede llevar a actuar pensando más en lo que haya en la cabeza de los demás que en la suya propia. Es necesario salir de ese círculo que te aprieta, tomar algo de aire, y definir o recordar quién eres y qué quieres ser. Lo mejor que puedes hacer es seguir tu corazón, aunque ello te lleve, en algunos casos, a asumir ciertos riesgos. No te limites a aceptar unas decisiones seguras y fáciles solo porque tienes miedo de lo que los otros pensarán de ti o de tus criterios.

Unos de los problemas de la época que nos ha tocado vivir es la complejidad que reina en casi todo lo que nos rodea. Si deseas evitar que estas circunstancias afecten negativamente a tu vida, haz que esta sea más sencilla. Para conseguirlo, si es lo que deseas, empieza a incorporar estas ideas y haz el esfuerzo necesario para cambiar ciertos aspectos que dependen de ti, porque tú eres el diseñador de tu destino. Si tu vida te importa, piensa en ello.

 

 

José Ignacio Azkue