Fue allá por el 2007, ya han pasado unos cuantos años, cuando me empecé a interesar por la productividad. Este interés vino tras producirse un importante cambio en mi vida que, de manera indirecta, me acercó a este mundo de la productividad del trabajador del conocimiento.

La verdad es que en aquella época no pensaba, ni me podía imaginar, lo lejos que me podía llevar ese camino que acababa de iniciar. Tampoco intuía todas las posibilidades que se me iban a presentar, y de las que iba a ser más consciente, para, al final, aprender a aprovecharlas o a desecharlas con total libertad y objetividad.

En este proceso, tuve que aprender muchas lecciones; te voy a exponer a continuación unas ideas que me han surgido reflexionando sobre los cambios que tuve que hacer y para que, si tú quieres seguir el mismo camino, no tengas que tropezar tantas veces como lo hice yo.

  • Es más difícil cambiar que aprender

Tras varios intentos con sus fracasos correspondientes, me di cuenta que las lecciones más duras y difíciles de asimilar tenían que ver con mi interior, con mi persona y estaban relacionadas con cambios que debía hacer en mi manera de actuar, de pensar y de reaccionar.

Sin embargo, hubo otros cambios, mucho más fáciles y asumibles, que tenían que ver con simples técnicas. No obstante, las personas tendemos, casi siempre, a empezar por lo fácil y este error me llevó a continuos fracasos en mi intento de mejorar mi productividad.

Hasta que no me di cuenta de que tenía que empezar por lo difícil, con los cambios interiores y me obligue a centrarme en ello, no pude ver grandes avances en lo que pretendía lograr.

  • Elegir correctamente la dirección que tienen que tener tus cambios

Una vez que identifiqué una serie de hábitos y creencias que me hacían actuar en la dirección equivocada, me tuve que esforzar para centrarme en cambiar esas circunstancias. Según sentía que progresaba en los cambios correctos, era cada vez más consciente de lo que tenía que hacer para gestionar mejor mi vida y cada vez me resultaba más fácil y satisfactorio.

  • Visualizar que es mejor disfrutar que sufrir en este proceso

En todo proceso de cambio y aprendizaje se comenten errores y hay veces que parece que se avanza en una dirección equivocada, lo que lleva a muchas personas a rendirse y a abandonar los cambios que debería hacer para mejorar su productividad.

Cuando se abandona por el sufrimiento de no avanzar o porque cuesta hacerlo, lo único que queda es lo que se conoce, se vuelve a la situación de la que, en un principio, se quería salir. Por tanto, es mucho más positivo enfocar el cambio de manera que podamos disfrutar con cada pequeño paso y evitemos enrocarnos en los fracasos.

También deberás tener en cuenta que mejorar no un proceso con fecha de fin, siempre habrá algún punto, alguna esquina donde pulir más para tener mejores resultados. Por tanto, buscar la mejora fijando metas o cambios razonables, sin obsesionarse con final, permitirá ser más tolerante con los tropiezos que se puedan dar y será más fácil enfocarse en disfrutar con los pequeños pasos en lugar de sufrir con el proceso.

  • Es fundamental practicar la constancia y la perseverancia

Seguro que estamos convencidos de las bondades que pueden representar y del valor que tiene para cualquier persona virtudes como la constancia y la perseverancia. Si, además, tenemos en cuenta que para mejorar la productividad tenemos que trabajar ciertos hábitos y remodelar nuestras creencias, nos daremos cuenta de que constancia y perseverancia son esenciales para dicho logro.

De poco sirve un esfuerzo titánico de unos pocos días y punto. Esto no funciona así, necesitamos más bien una constancia que desgaste, poco a poco, lo que no sirve y una perseverancia para ir añadiendo pequeñas piezas a un puzle que, una vez terminado, nos permita ver las cosas que rodean a nuestra vida, para gestionarla correctamente según nuestros intereses.

  • Mens sana in corpore sano

Como vemos, todo proceso de cambio y, sobre todo, cuanto más profundo sea, más va a necesitar de un esfuerzo, tanto mental como físico. Por tanto, debemos de cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente.

Una alimentación sana, dormir bien y lo suficiente, hacer deporte para mantener o mejorar el tono muscular y a la vez despejar la mente nos va a servir de apoyo para todo esto. Evidentemente, hacer todo esto esté bien siempre, pero es imprescindible cuando tenemos que realizar un plus de esfuerzo.

  • Seguir el proceso natural de las cosas

En todo proceso de cambio, y el de la mejora de la productividad no es una excepción, las personas que se sumergen en él tienden, por lo general, a la impaciencia. Casi todo el mundo quiere llegar a la meta casi antes de haberse calzados las zapatillas para caminar.

Y, como toda evolución, esta también tiene un principio y un final, aunque este último esté más difuso.  Lo que es muy difícil es saltarse el orden natural sobre el que debemos progresar.

Se debe empezar por controlar nuestro entorno, por ejemplo, adquiriendo el hábito de recopilar todo, para después pensar sobre lo recopilado, decidir qué es y qué debemos hacer con ello, controlar las interrupciones, etc.

De la misma manera que para construir una casa se empieza por los cimientos y se termina con el amueblado de la misma. En este proceso hay que poner unos buenos cimientos para que podamos elegir siempre con objetividad nuestra próxima tarea.

  • La productividad también significa generosidad

Y me refiero a la predisposición que hay que tener para aclarar a los demás por qué hacemos lo que hacemos y no hacemos lo que no hacemos. También debe haber una disposición para explicar cómo hacemos las cosas, qué hemos aprendido sobre productividad, qué cambios hemos llevado a cabo y los beneficios que ello aporta, de manera que esa cultura vaya calando entre los que nos rodean.

Espero que estás reflexiones sobre los cambios que he ido haciendo desde ese año que, al comienzo del artículo, señalo como mi inicio en el mundo de la productividad, te ayuden a ti a enfocarte para y que te resulte más sencillo, si decides emprenderlo, tu camino hacia la productividad personal.

 

José Ignacio Azkue