La felicidad es un estado de ánimo, y la productividad o efectividad, sin que esto quiera ser una definición, es el resultado de la correcta elección de nuestras tareas y de saber poner los medios necesarios para realizarlas bien. Y la productividad o efectividad con que te desenvuelvas en tu vida te puede alejar o acercar más a la felicidad.

Insisto: la felicidad es un estado del ánimo que supone una cierta satisfacción. Quien se siente feliz, se siente también a gusto y contento. De todas formas, este concepto es algo subjetivo que depende, además, de la personalidad de cada cual, por lo que es relativo.

No existe un índice mediante el cual podamos medir de manera fiable y homogénea la felicidad de las personas. Es más, se trata de un concepto tan personal, que lo que a alguien le hace feliz puede que no tenga el mismo resultado en otra persona.

Sin embargo, casi todas las personas tenemos algo en común, todos perseguimos de una manera u otra nuestra felicidad. Para ello buscamos lo que nos satisface, hacemos cosas con las que nos sentimos a gusto y contentos y si éstas dan resultado, nos motivan para seguir por ese camino. Para ello, hay quien persigue un estilo de vida, unos recursos financieros, unos objetivos, unos ideales, etc. Cada quién tenemos nuestra propia idea de lo que quisiéramos ser o tener para ser felices.

Pero bien, aparte de estos conceptos más o menos filosóficos sobre la felicidad ¿qué tiene que ver todo esto con la productividad?

«La felicidad se alcanza cuando, lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía» Gandhi.

Bien, partamos de que toda persona que practica el método de GTD y lo hace bien, es productiva; se podría decir que es altamente productiva y está focalizada en sus prioridades. Los que practicamos GTD sabemos que nos ayuda a hacer bien las cosas, a identificar y a poner en marcha de manera correcta y a tiempo nuestros proyectos, a evitar la dilación irracional, a tener muy claro lo que perseguimos y por qué vamos tras ello.

Esto marca una importante diferencia en cuanto a logros y, por tanto, en cuanto a nivel de satisfacción personal, lo cual incide en la felicidad, pero hay más.

Dentro de la Psicología Positivista, fundada entre otros por el psicólogo norteamericano Martin Seligman, identificaron lo que denominaron “paradigma positivista”. Según esta Escuela, la felicidad es el fruto de la suma de actividades y de emociones positivas para el individuo, tales como la satisfacción, el placer corporal, el orgullo, la alegría o el optimismo. El ser humano se siente feliz cuando logra alcanzar sus objetivos, lo mismo que ocurre cuando soluciona los distintos retos a los que la vida cotidiana le enfrenta. En el caso contrario, cuando esto no se logra, se produce la frustración que impide o nos lleva a la pérdida de la felicidad

Y la productividad, y en concreto GTD, nos acerca a través del método y de la reflexión consciente a este paradigma positivista.

David Allen insinuó, acertadamente, que la cabeza es una buena fábrica, pero no un buen almacén. Concretamente afirmó que la mente sirve para tener ideas, pero no para almacenarlas. Si sigues esta idea, seguro que algo importante puede cambiar en tu vida y sobre todo en tu nivel de ansiedad y tu capacidad proactiva. Cuando practicas un barrido de tu mente y cuando adquieres el hábito de recopilar las cosas que pasan por ella, tu cabeza descansa, está libre de la preocupación de tratar de evitar que no se te escape nada, y este acto tan simple pero tan potente, contribuye a tu paz interior, te libra de parte de tu estrés y ayuda a tu felicidad.

Si, además, después de capturar tus ideas, las aclaras y las organizas debidamente con recordatorios para completarlas, tu capacidad de atención, percepción, creatividad, comprensión, resolución de problemas, establecimientos de analogías, incluso tu inspiración mejorará considerablemente. Con ello, tu disposición para ver la importancia de cada tarea, te ayudará a elegir bien y a terminarla de forma efectiva, porque focaliza tu atención y todo esto tiene que ver con la satisfacción de cada uno.

La felicidad no es algo confeccionado. Viene de tus propias acciones” Dalai Lama.

La productividad también tiene que ver con la autoestima; quien siente que no llega, que no logra, que anda perdido entre todo lo que tiene pendiente, albergará sentimientos negativos. Por el contrario, la persona que tiene claridad con sus compromisos, que sabe hasta dónde puede llegar, que conoce lo que hace y por qué no hace lo que no hace, es muy probable, que tenga un nivel de autoestima más alto que la anterior persona.  El aplicar ciertos principios productivos o no hacerlo, es más que seguro que tenga una importante relevancia en la autoestima de cada persona.

Y qué pasa con las personas que no logran dar sentido a su vida. O con aquellas cuya vida es fiel reflejo, o  resultado, del ritmo de vida tan frenético y rápido con el que vive mucha gente en la actualidad, ritmo que ocasiona que muchas personas corran de un lado a otro sin sentido y frustradas,  como si estuvieran, como afirmo en este artículo, persiguiendo a varios conejos a la vez, sin lograr coger ninguno.

La felicidad no es hacer lo que te gusta, sino que te guste lo que haces”. Anónimo

Usando GTD es muy fácil darle la vuelta a esta realidad. Basta con que despliegues, tras la reflexión e identificación necesaria, los diferentes niveles de perspectiva, para que veas el sentido que le quieras dar a tu vida. De esta manera, cada acción tendrá un porqué, tendrá un motivo para hacerla o también te ayudará a decidir no hacerla si no coincide con tu perspectiva.

Al final, con cada tarea que vayas llevando a cabo irás recorriendo el camino que te acerque, paso a paso, a tus objetivos y a tu propósito de vida. La facilidad en la elección de lo que debes hacer con esta perspectiva es otra, y el éxito profesional será una extensión natural de tu forma de ser y de pensar. Además, comprobarás que tal claridad también aporta felicidad.

Las personas abrumadas por el trabajo, lo primero que pierden es la focalización hacia sus otras áreas de responsabilidad. Sin darse cuenta, las abandonan y su vida deja de ser redonda y equilibrada, por lo que empiezan a tener carencias para ser feliz.

La vida es algo más que el trabajo, y éste por sí solo no aporta la felicidad necesaria para que tu vida sea plena. La familia, el entorno social, el resto de tus áreas de responsabilidad, son partes esenciales de tu vida, que si están equilibradas con tus responsabilidades profesionales te permitirán vivir en plenitud y felicidad.

Las personas que se sienten autorrealizadas y plenas son más serenas y estables, ya que logran un equilibrio entre las cargas emocionales y las cargas racionales, lo que supone un aspecto importante para lograr la felicidad. La productividad y efectividad que logras aplicando un método como GTD, te acerca con menos esfuerzo y con más seguridad a esta plenitud, serenidad y estabilidad emocional.  Solo por este motivo merece la pena intentarlo.

 

 

José Ignacio Azkue