Hoy vivimos metidos de manera permanente en una vorágine que facilita el pensamiento cortoplacista. Los libros de desarrollo personal que tienen éxito son aquellos que prometen cambiar tu vida en tres meses o, mejor, en tres semanas. Las empresas quieren proyectos de consultoría que les cambien el panorama en pocos meses y con poca inversión. Existe por todas partes una sensación de prisa y de inmediatez que estresa en sí misma y favorece la ausencia de resultados en el medio y largo plazo.

Pensar que la productividad personal es una serie de trucos que nos ayudan a gestionar nuestro tiempo y a organizar nuestra agenda, a realizar reuniones eficaces o a trabajar un proyecto con colaboradores es una visión muy limitada del concepto.

Si nos planteáramos tener una vida sana porque queremos disfrutar durante años de nuestro cuerpo en buenas condiciones y porque nos sentimos mucho mejor cuando nos cuidamos, seguramente nos plantearemos aspectos relacionados con comer bien, descansar bien y hacer ejercicio físico. Esto es mucho más amplio y profundo que hacer unas tablas de abdominales durante unas semanas para perder ese exceso de grasa que rodea nuestro abdomen y que impide que nos pongamos la ropa de la temporada pasada.

Los sistemas tradicionales de gestión del tiempo nos intentaban llevar a hacer más cosas en menos tiempo. Nos hablaban de técnicas y trucos que se han quedado obsoletos en los últimos años. Hoy, como siempre, necesitamos hacer cosas con calidad y el esfuerzo a realizar tiene que ver más con tener foco y decidir  qué cosas no hacemos que con  hacer muchas cosas en poco tiempo. Hoy necesitamos principios más profundos que nos permitan mirar con perspectiva cada acción que realizamos. Hoy necesitamos sistemas de productividad personal que nos permitan conectar de manera constante y en “tiempo real” lo que hacemos con nuestros objetivos de mayor nivel, nuestros objetivos a más plazo. Si no lo hacemos así corremos el  peligro de despistarnos con el día a día, corremos el peligro de caer en la trampa de la actividad.

Los sistemas actuales de productividad personal, como es el caso de GTD (Getting Things Done), son más una filosofía de vida que una serie de trucos para encajar en tu agenda todas tus tareas pendientes. La productividad personal como la entendemos hoy, no se limita a nuestro entorno profesional (aunque suele ser por donde empezamos a trabajarla). Hoy tenemos que empezar trabajando nuestros principios, valores y objetivos a largo plazo para poder actuar en el presente con efectividad. Nuestro sistema de productividad tiene que proveernos de unos principios de actuación que nos permitan amoldarnos a cualquier contexto para ser efectivos. Por ello, es muy conveniente contemplar nuestra eficacia personal con perspectiva y no como unos trucos de gestión del tiempo.

 

Javier Arnal