Una costumbre muy extendida en las empresas o en las organizaciones y que, a mi entender, puede tener su aportación a la productividad, es hacer una pequeña parada, o incluso varias, a lo largo de la jornada para tomar un café o cualquier otro tentempié y efectuar así un pequeño descanso. Sin embargo, según la legislación vigente, las empresas podrían descontar este tiempo de descanso del cómputo total de las horas trabajadas.

Sin entrar a valorar las decisiones que cada empresa haya tomado o vaya a tomar al respecto, creo que sí deberían valorar si hacer estos descansos tiene algún tipo de repercusión en la productividad de sus empleados. Lo más seguro es que sí la tenga.     

Estos recesos voluntarios en el trabajo pueden durar desde unos pocos segundos hasta varios minutos, y se pueden aprovechar para preparar un café, comer una fruta, mirar un vídeo musical en alguna de las redes sociales, incluso pueden aprovecharse para hacer unos estiramientos musculares.

Aunque los descansos bien gestionados y efectuados sean muy cortos comparándolos con la duración total de la jornada laboral, pueden tener un poderoso impacto positivo en la productividad de la persona que los realiza, y esto puede ser muy interesante.

Si tan solo nos fijásemos en los beneficios físicos de estos descansos, está más que demostrado que las personas que trabajan sentadas deberían levantarse, al menos, cada dos horas para dar un breve paseo y evitar, así, problemas lumbares. De la misma forma, quienes tengan una actividad física continuada también deberían descansar varias veces a lo largo del día para evitar lesiones.

Parece evidente que estos descansos facilitan y mejoran la capacidad de los trabajadores para concentrarse en su trabajo, incluso que logran cambiar la forma en la que ven su labor profesional. Pero no debemos olvidar que, además, ayudan a evitar las dolencias típicas que sufren las personas que pasan largas horas sin levantar la cabeza de su escritorio durante todo el día.

Con tan solo estos argumentos se podría llegar a la conclusión de que los descansos en el trabajo no solamente son necesarios para garantizar el bienestar laboral de los trabajadores, sino que también tienen un importante aporte a la productividad y rendimiento de los que lo practican con asiduidad. Si quieres conocer más beneficios de las pausas durante la jornada laboral, aquí tienes algunos:

Los descansos nos ayudan a mantener la concentración. Aunque pueda parecer paradójico, hacer un pequeño descanso después de haber realizado una tarea que requiere esfuerzo contribuye a que la mente se relaje y que pueda retomar el trabajo con más facilidad. Incluso, puede contribuir a que de nuevo se pueda tener elevados grados de concentración para afrontar otra tarea que así lo requiera.

Si los hacemos varias veces a lo largo del día, podemos fraccionar una jornada que, de lo contrario, nos puede resultar larga y tediosa, y contribuir, de esta manera, a que se suavice la presión sobre nuestra capacidad mental y nuestra capacidad física.

Los trabajadores que pasan muchas horas delante de un ordenador deberían tener otro tipo de tareas manuales que pudieran intercalar cada cierto tiempo en su jornada laboral. Dichas tareas manuales sirven para cambiar de foco y relajar su atención como si fuera propiamente un descanso. Si no fuera posible realizar estos trabajos manuales, lo idóneo es que cada una o dos horas se hiciera una pausa de al menos un par de minutos.

Si hay un área en la que la importancia del descanso es verdaderamente relevante, esa es la de la creatividad. Esta habilidad requiere su buena dosis de serenidad mental, es algo que no se puede forzar. De modo que, si no se está en un estado mental adecuado, nuestra creatividad se verá afectada.

Hacer una pausa para ingerir o beber algo puede ser, en realidad, el momento idóneo para socializar y disfrutar de un momento de calidad entre compañeros de trabajo donde, incluso, el escalafón puede quedar relegado a un segundo plano.

Puede acordarse con los compañeros de trabajo que estos momentos de descanso se empleen de forma productiva para tratar de solventar temas que de otra manera podrían ocasionar continuas y molestas interrupciones.

Las personas que pueden hacer uso de los descansos en el trabajo se suelen mostrar más satisfechas con sus labores y, en general, son quienes tienen los mejores índices de salud física y psicológica.

Es un momento idóneo para realizar ejercicios de estiramiento que, seguro, le vienen bien tanto al cuerpo como al cerebro.

Los descansos también pueden contribuir a atenuar o gestionar todas esas emociones que, con su carga negativa, suelen producirse durante la jornada laboral. Puede ser un buen momento para intercambiar ideas, para reflexionar con los demás sobre lo que haya podido ocurrir, para analizar lo que ha pasado e, incluso, para tomar decisiones.

Se trata, entonces, de que cada empleado reconozca cuál es el momento adecuado para tomar estos microdescansos, para realizar una actividad que ayude a desconectar y retomar las labores con fuerzas renovadas. Las pausas son muy necesarias y mejoran la productividad.

Como vemos, no se debe trabajar sin parar, ya que el cuerpo y la mente necesitan calmarse, con la debida frecuencia, para atender las obligaciones diarias. Trabajar sin parar 8, 10 o 12 horas diarias no va a hacer a ninguna persona más productiva. Lo más seguro es que esta persona termine sus últimas horas de trabajo, simplemente, calentando una silla.

Pero la productividad es más que eso; es algo de lo que deberían ser conscientes todos los empresarios, los emprendedores e incluso los empleados. Trabajar muchas horas sin descansos no significa ser más productivo, ya que lo que precisamente puede ocurrir es todo lo contrario. La mente termina por agotar su capacidad y perder su lucidez, y esto a lo que lleva es a gastar recursos de la empresa que no van a tener ningún retorno positivo.

 

José Ignacio Azkue