Cuando, en nuestro país, una persona hace un descanso para ir a tomar un café o cualquier otro tentempié, en general, este hecho lleva asociada la idea de que es una pérdida de tiempo, de que es un lapsus en que se dejan de hacer cosas relacionadas con las obligaciones laborales y, por tanto, es improductivo por muy necesario que una persona sienta ese receso en el trabajo.

Además, la idea generalizada entre los trabajadores del conocimiento es que, como se tiene más trabajo del que razonablemente se puede hacer y en esos momentos no se está rindiendo, esa parada en el trabajo afecta negativamente a la productividad y al rendimiento de la persona.

También es posible que, en esos pequeños momentos de asueto, se aproveche en ocasiones para criticar a los jefes, a los compañeros, a decisiones que se han tomado, o para opinar negativamente sobre trabajos que hay que realizar… aspectos que probablemente no gustan a quien está hablando mal de ellos. En fin, en vez de aprovechar un pequeño descanso para lo que es y emplearlo de manera positiva, a veces se utiliza para cosas sin sentido y se saca a relucir una negatividad que no lleva a nada. La conclusión es que se dedican unos momentos de relax para obviar por un tiempo el trabajo, las obligaciones y las tareas pendientes de realizar.

¡Qué ganas de trabajar que tengo! Voy a descansar un rato a ver si se me pasa” Jim Davis.

Sin embargo, en los países nórdicos se actúa con otra mentalidad y de otra manera. Allí también se llevan a cabo estos pequeños descansos y, sin embargo, no van en detrimento de su efectividad. Por el contrario, está demostrado que logran una de las mayores productividades del mundo. Lo que cambia con respecto a los descansos en nuestro país, es el enfoque que en esos países se le da a estos momentos de asueto.

Para ellos, tomarse un café, un té, un zumo o cualquier otro tipo de brebaje o alimento es, en realidad, un momento que aprovechan para socializar y disfrutar de un momento de calidad entre compañeros de trabajo, donde el escalafón queda relegado a un segundo plano o, simplemente está fuera de ese lugar. Es más, estos momentos se consideran relevantes para la buena marcha de la organización. Tanto es así, que son las propias empresas las que los promueven e, incluso, corren con los gastos de lo que se consume.

El arte del descanso es una parte del arte de trabajar” John Steinbeck.

Pero no nos engañemos, no se trata simplemente de un descanso pagado buscando relajar tensiones y recuperar la calma necesaria para trabajar de manera productiva, es algo más. La conclusión a la que han llegado en estos países del norte de Europa, es que estos descansos fortalecen los lazos y el ánimo de cooperación entre compañeros, incluidos también los directivos. La jerarquía empresarial en esas latitudes no se entiende del mismo modo que aquí; ellos son más cercanos, menos rigurosos, en las relaciones entre jefes y subordinados.

En estas paradas se puede abordar cualquier tema: desde buscar la solución a un problema que tenga un compañero, a comentar el resultado de algún evento deportivo, o bien los temas a tratar en siguiente reunión, o sobre quién va a realizar la próxima auditoría…

Alguno pensará: “igual que aquí”, pero esto no es cierto. Aquí se realizan las paradas con la idea, aunque sea momentáneamente, de olvidarte del trabajo y punto. Para ello si te encuentras con otro colega las conversaciones tienden a ir por otros derroteros. Y es muy fácil que, dado el carácter jerárquico de las empresas, se evite coincidir con un jefe, e incluso si esto no es posible, se mantengan las distancias.

Sin embargo, está demostrado que fomentar las buenas relaciones y la confianza entre los trabajadores y sus superiores trae más ventajas que el simple descanso. Así, por ejemplo, mayor colaboración e implicación en los proyectos, mayor fluidez de las ideas, además de que se crea un mejor clima laboral que facilita la innovación y la productividad de los empleados.

La idea fundamental, en estos países, es que los descansos se produzcan varias veces al día. Realizar dos a la mañana y uno a la tarde puede ser de lo más habitual. Esto no quiere decir que todos los empleados acudan a todos los descansos, dependerá de la necesidad de cada uno.

Llevar a la práctica esta buena forma de actuar ayuda a trabajar y a centrarse en lo que se estás haciendo y permite intercambiar descansos a la vez que se comparten ideas con otros colegas de manera libre y colaborativa. Por el contrario, aquí, el ir a tomar un café da idea de una persona que no está trabajando. Es más, puede que incluso se sienta observada y fiscalizada por ello.

Se ha demostrado que es de vital importancia el modo en que mostramos nuestras emociones y sentimientos y que, además, esto juega un papel importante en nuestra vida diaria, sea en el ámbito que sea donde las reflejemos. En concreto, parece existir una diferencia importante en función del contenido de la expresión emocional si esta es positiva o, por el contrario, si es negativa, así como en función del lugar en que se expresa dicha emoción, como puede ser el ámbito laboral, el personal o el social.

Si tienes el arco siempre tenso, muy pronto lo romperás” Gayo Julio Fedro.

De esta forma, poder expresar emociones positivas, encaminadas a mejorar relaciones y mejorar resultados, sean estos los que sean, y pertenezcan al ámbito que pertenezcan, ya sea en el trabajo, con los amigos o familiares, ayuda a establecer una mejor conexión con los demás, y hace sentir a estas personas que, tras un encuentro positivo, se sienten con mayor energía y motivación al haber compartido temas relevantes. Sin embargo, expresar emociones negativas, con el café del descanso o donde sea, hace que la persona se sienta más más deprimida, menos motivada y más agotada.

En este sentido, los descansos durante la jornada laboral pueden ser, si están bien enfocados, un modo de recuperarse de las presiones, compartir opiniones, solventar dudas y reforzar vínculos, a la vez que se reponen fuerzas para continuar el día. Buscar un hueco para el humor y para ayudarnos entre colegas, son algunas de las claves para enfrentarnos de mejor manera a las responsabilidades diarias.

 

 

José Ignacio Azkue