En nuestro país, cuando una persona hace una pausa para ir a tomar un café o cualquier otro tentempié, en general, este hecho lleva asociada la idea de que es una pausa poco productiva. Se considera un lapso en que se dejan atender las obligaciones laborales y, por tanto, es una pérdida de tiempo, por muy necesario que una persona sienta ese receso en el trabajo.

Además, otra idea muy extendida es que, como se tiene más trabajo del que razonablemente se puede realizar y en esos momentos de descanso no se está rindiendo, esa parada en el trabajo afecta negativamente a la productividad de las personas.

En cambio, en los países nórdicos se trabaja con otra mentalidad y de diferente manera. Allí también se llevan a cabo estos pequeños descansos y, sin embargo, han comprobado que no van en detrimento de su efectividad. Por el contrario, está demostrado que logran uno de los mayores índices de productividad del mundo. Lo que cambia con respecto a los descansos en nuestro país es el enfoque que en estas naciones se le da a estos momentos de asueto.

Para ellos, tomarse un café, un té, etc. es, en realidad, un momento que aprovechan para socializar y disfrutar de tiempo de calidad entre compañeros de trabajo, donde el escalafón queda relegado a un segundo plano o, simplemente está fuera de ese lugar. Es más, estos momentos se consideran relevantes para la buena marcha de la organización. Tanto es así, que son las propias empresas las que los promueven e, incluso, corren con los gastos de lo que se consume.

Pero no nos engañemos, no se trata simplemente de un descanso pagado buscando relajar tensiones y recuperar la calma necesaria para trabajar de manera productiva, es algo más. La conclusión a la que han llegado en estos países del norte de Europa es que estos descansos fortalecen los lazos y el ánimo de cooperación entre compañeros, incluidos también los directivos. La jerarquía empresarial en esas latitudes no se entiende del mismo modo que aquí; ellos son más cercanos, menos rigurosos, en las relaciones entre jefes y subordinados.

En estas paradas se puede abordar cualquier tema: desde buscar la solución a un problema que tenga un compañero a comentar el resultado de algún evento deportivo, o bien los temas a tratar en la siguiente reunión o sobre quién va a realizar la próxima auditoría…

Alguno pensará: “igual que aquí”, pero esto no es cierto. En España se realizan los descansos con la idea, aunque sea momentáneamente, de olvidarte del trabajo y punto. Para ello, si te encuentras con otro colega las conversaciones tienden a ir por otros derroteros. Y es muy fácil que, dado el carácter jerárquico de las empresas, se evite coincidir con un jefe, e incluso si esto no es posible, se mantengan las distancias.

Sin embargo, está demostrado que fomentar las buenas relaciones y la confianza entre los trabajadores y sus superiores trae más ventajas que el simple descanso. Así se logra, por ejemplo, mayor colaboración e implicación en los proyectos y mayor fluidez de las ideas, además de que se crea un mejor clima laboral que facilita la innovación y la productividad de los empleados.

La idea fundamental en estos países es que los descansos se produzcan varias veces al día. Realizar dos a la mañana y uno a la tarde puede ser de lo más habitual. Esto no quiere decir que todos los empleados acudan a todos los descansos, dependerá de la necesidad de cada uno.

Llevar a la práctica esta buena forma de actuar ayuda a trabajar y a centrarse en lo que se estás haciendo y permite intercambiar descansos a la vez que se comparten ideas con otros colegas de manera libre y colaborativa. Por el contrario, en nuestro país, ir a tomar un café es sinónimo de que la persona que no está trabajando. Es más, puede que incluso se sienta observada y fiscalizada por ello.

Se ha demostrado que es de vital importancia el modo en que mostramos nuestras emociones y sentimientos y que, además, esto juega un papel importante en nuestra vida diaria, sea en el ámbito que sea donde las reflejemos. En concreto, parece existir una diferencia importante en función del contenido de la expresión emocional —si esta es positiva o, por el contrario, si es negativa—, así como en función del lugar en que se expresa dicha emoción, como puede ser el ámbito laboral, personal o social.

De esta forma, poder expresar emociones positivas, encaminadas a mejorar relaciones y resultados ya sea en el trabajo, con los amigos o familiares, ayuda a establecer una mejor conexión con los demás. Estas personas verán que, tras un encuentro positivo, se sienten con mayor energía y motivación al haber compartido temas relevantes. Sin embargo, expresar emociones negativas, en el café del descanso o donde sea, hace que la persona se sienta más deprimida, desmotivada y agotada.

En este sentido, los descansos durante la jornada laboral pueden ser, si están bien enfocados, un modo de recuperarse de las presiones, compartir opiniones, solventar dudas y reforzar vínculos, a la vez que se reponen fuerzas para continuar el día. Buscar un hueco para el humor y para ayudarnos entre colegas es una de las claves para enfrentarnos de mejor manera a las responsabilidades diarias.

 

José Ignacio Azkue