Hoy día resulta cada vez más normal y frecuente ver a los trabajadores, con independencia de cuál sea su responsabilidad, acudir al trabajo acompañados por un envase donde lleva su comida para almorzar. Podemos hablar hoy en día de la cultura del “tupper” ya que cada vez con más frecuencia las personas se tienen que quedar a comer en el trabajo.

En general la distancia a recorrer para volver a nuestro domicilio y la falta de tiempo son las razones y los argumentos que hacen que se opte por comer fuera de casa.  Pero una cosa es comer en un restaurante o en un comedor habilitado en la propia empresa y otra muy distinta hacerlo delante del ordenador, en la misma mesa donde se desarrolla la actividad laboral. Si esto se realiza de manera ocasional y en verdad representa una excepción, no pasa nada. El problema aparecerá cuando esto se convierta en una práctica habitual.

Porque tiene sus consecuencias: en cuanto a la productividad de la persona, en cuanto a la higiene y salubridad de lo que se ingiere e, incluso, también para las del puesto de trabajo. Y, por supuesto, tiene influencias directas en la salud de la persona que así lo hace.

Está claramente demostrado que comer en la mesa de trabajo causa, en la mayoría de las personas que lo hacen, fatiga a nivel intelectual y, sin duda, este efecto tiene sus secuelas en la productividad y rendimiento de esas personas.

Espera hasta la noche, cuando se dispone de más tiempo y se ha terminado el trabajo del día. Entonces, disfruta de una buena comida con los amigos, y no hables nunca de negocios mientras se come”. Aristóteles Onassis

Comer no solo debe significar añadir nutrientes y energía al organismo para poder continuar trabajando. Debe representar también una barrera entre las obligaciones laborales así como un momento de esparcimiento, descanso y disfrute.

Se debe hacer sin distracciones, no se debe dar a la mente la posibilidad de que pierda el foco en lo que está ingiriendo para dedicárselo a cualquier cuestión laboral. Se le debe dedicar la atención necesaria a los alimentos para poder disfrutar de ellos, para que los problemas dejen de ocupar, al menos momentáneamente, la cabeza o, de lo contrario no hacerlo puede acabar afectando de manera negativa al organismo y a la productividad.

Comer con estrés, con tensión, con prisas afecta al aparato digestivo. Puede llegar a producir molestias posteriores que impidan realizar correctamente los trabajos. Además, no atender a lo que se come suele llevar a un exceso inconsciente en las  cantidades que se ingieren, lo que puede provocar  sobrepeso. No separar la comida del trabajo hace que aumente el nivel de ansiedad. Esto conduce a un déficit en el proceso de  quemar las calorías consumidas, con lo que se tiende a un aumento de peso no deseado.

No es productivo estar toda la jornada delante del puesto de trabajo. La mente necesita hacer descansos para mantener un cierto nivel de efectividad. Y no cambiar de ambiente para recuperar energías para poder continuar, a la larga tiene consecuencias muy negativas. Engañarse pensando que de esta manera se es más productivo, no es más que una gran mentira. No solo no se consigue ser más efectivo sino que además se logra el efecto contrario de lo que se buscaba, incluso se logra aumentar el nivel de estrés y de ansiedad.

Para trabajar bien, en condiciones, con motivación, de manera efectiva, es necesario que se le dé un rato de esparcimiento al cerebro. Con cada trabajo que se va realizando a lo largo de la jornada laboral, la energía y la capacidad de concentración van disminuyendo. Pasa de igual manera que con la  fuerza física, no se puede pretender que después de un intenso esfuerzo físico el cuerpo pueda mantener el mismo ritmo de trabajo de manera interrumpida. En un momento determinado se debe parar para volver a recargar las pilas y no se logrará si mientras se come se está procesando el correo electrónico o leyendo los informes pendientes.

Somos lo que comemos, pero lo que comemos nos puede ayudar a ser mucho más de lo que somos”. Alice May Brock.

Tal vez se ignore que uno de los lugares más contaminados entre los que habitualmente frecuentamos es la mesa de trabajo y, en concreto, esto se acentúa de manera alarmante con la presencia de los teléfonos móviles y, sobre todo, del teclado y el ratón del ordenador que hay en la mayoría de las mesas de trabajo.

Un estudio realizado en el 2007 por la Universidad de Arizona arrojó unos datos que demostraban que esos elementos portan gran cantidad de bacterias patógenas. Su concentración era superior en varios miles de veces a las que nos podemos encontrar en el inodoro o en la mesa de la cocina de cualquier casa. Los datos aportados por esta investigación deberían, por sí solos, ser suficientes para desechar la idea de comer en la mesa de trabajo.

Comer solo y frente al ordenador de manera habitual también acarrea problemas sociales. Continuar solo durante la comida  puede generar un desgaste mental y psicológico que termine perturbando las buenas relaciones con el resto de compañeros y colegas del trabajo.

Salir fuera, cambiar de ambiente aunque solo sea para comer, representa un beneficio indiscutible para devolver al cerebro la capacidad consumida por los trabajos realizados durante la jornada. El “obligarte” a abandonar, aunque sólo sea por un rato, tu mesa de trabajo y comer en otro entorno, mejorará tu bienestar laboral y personal.

El cuerpo y la mente necesitan descansar cada cierto tiempo. Alejarnos de nuestro sitio de trabajo nos lo permite, a la vez que nos ayuda, aunque sea mínimamente, a reducir el sedentarismo laboral al que nos vemos abocados por este hábito para nada saludable.

Salir a comer fuera permite que se preste atención a la comida y como consecuencia se disfrute más del acto de comer. Además estar fuera estimulará más tu pensamiento. No sólo resulta más agradable cambiar de ambiente un rato al día, sino que   interactuar con otras personas puede estimular tu creatividad y mejorar tu estado de ánimo.

No seas esclavo de tu trabajo, aprende a tomarte tiempos de descanso y sobre todo, deja ese mal hábito de comer con tu ordenador y tus problemas. No te preocupes, cuando vuelvas al trabajo más relajado después de haber repuestos fuerzas, todavía estarán ahí esperándote.

 

José Ignacio Azkue