«Nunca pienso en el futuro. Llega demasiado pronto». Albert Einstein

Oímos muchas veces frases parecidas a ésta que pongo a continuación: “ha pasado tan rápido el año que no he tenido tiempo de hacer casi nada”. Cuando la oigo, suelo contestar con parecido argumento: “pues prepárate para este año, que tiene también los mismos días y pasarán a la misma velocidad”.

El problema no es la velocidad a la que pasan las horas, los días, las semanas, los meses o el  año. Os voy a decir un “secreto” que es conocido por todos pero que parece ampliamente ignorado: Cuando eras niño, adolescente, joven, incluso hoy en día, la velocidad a la que pasaba -y pasa- el tiempo ha sido siempre la misma, ha sido constante, no ha variado ni un ápice, aunque nuestra percepción en muchas ocasiones, nos diga lo contrario y nos dé la sensación de que no siempre es la misma.

La velocidad con la que transcurre el tiempo no os tiene que importar. Sólo nos sirve para medir y poner límites. El verdadero problema reside en a qué le dedicamos nuestra atención a lo largo del año.  En fin, lo importante es lo que hacemos y no hacemos a lo largo del año.

Todos somos conscientes de que tenemos más cosas para hacer que las que de verdad podemos llevar a cabo.  Si añadiésemos una variable más a todas estas cosas por hacer,  como es la de hacer con calidad al menos las importantes, veríamos que aún podríamos hacer menos cosas.

Siempre, o bien en mis seminarios o bien cuando trabajo con algún profesional ayudándole a mejorar su productividad, les hago hacer un ejercicio para que identifiquen cómo es su día de trabajo.  La verdad es que sacan conclusiones que les asombran. Estas personas en general se ven mal, muy mal; se dan cuenta de que todo su foco está en hacer cosas que no les aportan casi nada. Ignoran, día tras día, las verdaderas cosas que les podrían hacer avanzar. Están siempre muy ocupados y terminan el año sin hacer casi nada. En una ocasión, hubo una persona que incluso me dijo: José Ignacio, permíteme que no te enseñe las conclusiones a las que he llegado, ya que se me cae la cara de vergüenza. Evidentemente quedó excusado, ya que el ejercicio era para que él identificara, no para que yo viera.

Nos pasamos el día luchando como el viejo lobo de mar, que pelea contra viento y marea contra todas las adversidades que pueda encontrar en su dura singladura. Y al final del día sentimos la misma sensación que en la mayoría de las jornadas. Vacío, sensación de no llegar, de que hoy tampoco he podido hacer…, ¿qué es lo que pasa?

«Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados». Albert Einstein

Si año tras año te pasa lo mismo ¿qué vas a cambiar? Si tu forma de enfocar tu trabajo y tu día te da siempre el mismo mal resultado: no llego a todo, estoy todo el día de apagafuegos, no me dejan trabajar… te lo vuelvo a preguntar ¿qué vas a hacer distinto? O ¿vas a permitir que una de las mentes más privilegiadas que ha pisado este mundo te diga que sufres de locura?

Respóndeme con sinceridad que objetivos te habías planteado para el 2014, 2013, 2012, 2011… Pero planteados de verdad, escritos, pensados, meditados. No me valen esos deseos con poco fundamento que, más que un Norte a dónde dirigirte, se parecen a una nebulosa informe y que parece ocupar todo y nada en el espacio. Pues si estamos así año tras año perdóname, pero en vez de Einstein voy a ser yo el que te llame loco.

Si el año se te ha pasado volando y te da la sensación de que no has hecho casi nada, lo más probable es que te hayas dedicado a dar palos de ciego en tu trabajo, que hayas trabajado sin perspectiva. ¿Qué es eso?

David Allen, autor del método de productividad GTD, para mí el mejor método de todos los tiempos, en su libro “Haz que funcione” dice:Perspectiva es saber por qué estás haciendo lo que estás haciendo y por qué estás dejando de hacer lo que no estás haciendo”.

Para este año haz algo diferente. Plantéate qué quieres lograr, pero que sean cosas muy concretas, no me vale que digas “adelgazar”, di, siempre en positivo y como si ya lo hubieras logrado, “he adelgazado tres kilos en tres meses”. Esto último es muy concreto. El adelgazar, en cambio, una nebulosa que no te llevará a nada.

El paso siguiente será tener muy claras las acciones necesarias para lograr tu objetivo. Y al decir acciones estoy hablando de tareas concretas que se puedan hacer un día concreto.  Cuanto más claras tengas las acciones que puedas llevar a cabo, más cerca estarás de cumplir y lograr tu objetivo, tu propósito. Verás cómo crece el valor de estas tareas y cómo ese crecimiento te motiva.

¿Trabajas con perspectiva?, ¿sabes por qué haces lo que haces?, ¿sabes por qué no estás haciendo lo que no estás haciendo? , ¿no será porque no tienes tiempo o porque no tienes foco?

 

José Ignacio Azkue