La mayoría de nosotros no vamos a trabajar sólo veinte minutos, tan rápido como podamos, para luego descansar hasta el próximo sprint, sino que nos levantamos temprano para ir a la oficina, trabajamos intensamente durante ocho, diez o doce horas y volvemos después a casa para, si tenemos tiempo y ganas, cumplir con nuestras obligaciones personales y a veces, para seguir trabajando, antes de irnos a dormir y empezar el círculo de nuevo.
Por eso creo que tiene tanta importancia que trabajemos en lo que nos guste, pero aunque nos guste, semejante horario nos deja exhaustos. No existe ningún atleta en el mundo que sea capaz de soportar ese esfuerzo sin descansar.
Tal vez el método de entrenamiento que siguen los corredores de maratón nos sirva para orientarnos en nuestro trabajo. Ellos para correr en condiciones y sin lesionarse, corren cuatro días a la semana distancias cortas, un día distancias largas y dos días descansan.
Nuestro día de trabajo lo podemos equiparar a este entrenamiento. Habrá momentos en el que entregaremos nuestra potencia de forma moderada, uno o dos más a fondo y tendremos unos descansos.
Lo que hacemos muchos de nosotros es trabajar sin parar día tras día, sin darnos ni un respiro. Al principio parece que progresamos, pero al final esta forma de trabajar termina por lesionarnos.
Cuando se nos ocurre descansar, nos damos cuenta de que hay un montón de cosas que podríamos hacer mejor, cosas que nos harían rendir más, ser más productivos.
Hay un método que se ha hecho muy popular para correr largas distancias, es el correr-andar. Consiste en correr un rato y luego se reserva un minuto para andar. Es un método que parece da muy buenos resultados en cuanto a mejora de tiempos en carreras de distancias largas.
Esto se debe a que al bajar el ritmo unos minutos aquí, otros más allá, nos permite correr más rápido y en mejores condiciones.
De la misma manera, nuestra vida y nuestro trabajo, serán mejores y más divertidos, cuando intercambiamos algunos periodos de descanso. Un pequeño paseo a mitad de carrera, una pausa, darse un respiro, un momento para recuperar energías, para recuperar la forma, la concentración, las ganas, los objetivos.
No se trata de parar sin más, sino unos pequeños hábitos de interrupciones breves y estratégicas. Una serie de pausas para hacernos preguntas, para ver cómo vamos, para resetear nuestra mente, para escucharnos, para hacer algunos cambios. Nos ayudarán a tener más fuerza.
Seguro que conseguimos de esta manera colocarnos en una buena posición dentro de nuestra carrera de larga distancia que es nuestro día. Nos asegurará que corremos en la buena dirección. Y lo más importante de todos es que estaremos en posición de ganar.
Los descansos regulares son interrupciones útiles. Recargan el cuerpo y la mente, orientan de forma natural a lo que importa y proporcionan el espacio necesario para aprovechar mejor nuestros esfuerzos.

 

José Ignacio Azkue