Era el seis de marzo de 2012 cuando Juan Roig, presidente de Mercadona, presentó a los medios de comunicación los resultados de su empresa correspondientes al ejercicio 2011. Al día siguiente aparecía el siguiente titular en el diario económico Cinco Días «Hay que imitar la cultura del esfuerzo de los bazares chinos». La polémica estaba servida, las reacciones no se hicieron esperar y estas declaraciones fueron muy criticadas. Nadie pareció leer más abajo en el artículo que Juan Roig “habló de esfuerzo y responsabilidad”.  Articulo

Justamente dos años después, Pilar Jericó escribe en El País el artículo “Dónde está la cultura del esfuerzo”. En este artículo (muy recomendable) escribe: Necesitamos recuperar la cultura del esfuerzo. Es el único camino para desarrollar el talento, para ser competitivo como persona y como sociedad. No hay nadie brillante que no tenga detrás de sí muchas horas de entrenamiento.” Articulo

En los talleres sobre productividad personal, cuando explico los conceptos de zona de confort y zona de aprendizaje, comento que conozco a personas que trabajan catorce horas al día desde hace varios años y que ello no les supone un esfuerzo importante. Comentado tal cual la gente me mira raro. Entonces aclaro que hacer lo mismo que llevo haciendo durante tanto tiempo no implica esfuerzo, implica inercia. Y por tanto, implica ausencia de voluntad de mejora, ausencia de voluntad de superar dificultades, ausencia de responsabilidad por hacer algo distinto para conseguir otros resultados. Explico que el esfuerzo está en autogestionarse de otra forma para conseguir lo que quiero en menos horas de trabajo. Para mí, eso es cultura del esfuerzo.

La palanca para ese cambio, para movernos y salir de la zona de confort, la tenemos nosotros. Esas horas de entrenamiento, que dice Pilar Jericó, significa preguntarse cada mañana ¿qué voy a hacer hoy para mejorar?, y hacerlo. Todos los días. Ese entrenamiento es cultura del esfuerzo y cuesta. No entrenarse es cultura de la inercia. Hay organizaciones y empresas en las que las personas entrenan todos los días, hay otras en las que no lo hacen. La diferencia salta a la vista y empieza por el presidente de la empresa.

Y tu, ¿entrenas o no?

 

Javier Arnal