Tengo tantas cosas que hacer que casi no puedo hacer nada. Es una frase que en un primer momento puede extrañar. Lo lógico nos hace pensar en lo contrario. Cuando tenemos muchas cosas por hacer, somos muy productivos.

A veces puede ser verdad. No obstante cuando tenemos demasiadas cosas por hacer, hay una extraña fuerza que nos paraliza, o nos obliga a movernos frenéticamente haciendo cosas, dando vueltas y vueltas sin conseguir hacer nada que realmente valga la pena.

Puesto que tenemos tantos temas urgentes que requieren acción inmediata, no sabemos por dónde empezar y acabamos por no empezar por ninguna parte.

Se realizó un estudio en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia con estudiantes, que consistía en mostrar a un grupo de voluntarios seis tipos de mermelada distinta. A otro grupo diferente, se les mostraba veinticuatro variedades. Como resultado se vio claramente que el grupo que podía elegir entre seis mermeladas, estaba mucho más dispuesto a comprar una. La conclusión a la que llegaron era que, cuantas más opciones tengamos, más nos cuesta decidirnos por una de ellas, de manera, que tenemos el peligro de no decidirnos por ninguna.

Ocurre lo mismo cuando tenemos muchas cosas por hacer. Parece que estamos ocupados, muy ocupados, parece que no paramos de hacer cosas. Pero no avanzamos.

Para ello necesitamos un nivel de organización que nos permita gestionar todo el ingente volumen de cosas que requieren de nuestra atención. No necesitamos un sistema para asegurarnos que hacemos todo, sino para asegurarnos que no se nos despistan las cosas importantes.

Con los clásicos métodos de gestión del tiempo no podemos controlar todo este flujo diario que tenemos. Todo cambia rápidamente y más a menudo de lo que quisiéramos.

Hoy en día el trabajo diario cambia con tal velocidad, que pocos días podemos mantener una planificación hecha de antemano.

GTD Getting Things Done”  nos proponía un sistema basado en cinco pilares (recopilar, procesar, clasificar, revisar y hacer) que nos permite organizar nuestras tareas diarias distinguiendo lo importante o lo que está bloqueado de lo que sí que podemos hacer. Nos proporciona los elementos necesarios para saber decidir en cada momento lo que debemos de hacer. Nos enfrenta sólo a seis tipos de mermelada, ocultándonos el resto para que no nos despiste.

Esto es posible porque GTD proporciona los dos elementos que necesitas para abandonar el descontrol y ponerte al mando de tu vida: control y perspectiva.

¿Qué sería de tu vida o de tu empresa si pudieras aumentar tu productividad personal y la de tus colaboradores en un 25%? Es decisión tuya hacer los cambios necesarios para lograrlo, nosotros te podemos ayudar.

 

José Ignacio Azkue