En general cuando en mis cursos o en mis seminarios lanzo al aire la pregunta ¿en realidad por qué no sois más productivos?, puedo afirmar que siempre la respuesta es la misma: no soy más productivo porque los demás no me dejan.

¿Cómo?, no entiendo la respuesta, ¿son los demás?, ¿son factores externos los que bombardean nuestra productividad?  Pues sí, eso es lo que piensan en general los que me oyen en mis charlas. ¿Te ocurre a ti lo mismo?, ¿piensas de la misma manera, que son otros los culpables?

Cuándo les pido que sean más concretos y que me cuenten como es que son otros los que influyen en su productividad, aquí también la respuesta es casi unánime: es que recibo muchos correos electrónico, es que el teléfono no deja de sonar, es que los clientes son unos pesados que no dejan de interrumpirme, es que mis compañeros cada dos por tres  me vienen con sus dudas, es que tengo un jefe que me cambia las prioridades varias veces al día, es que las urgencias, es que, es que, es que …

Todo el mundo tiene el mismo problema, son factores externos los que nos dejan al final del día con la sensación de que hoy tampoco he hecho nada de lo planificado, hoy mi día también ha sido un caos, hoy tampoco he conseguido hacer esa tarea tan importante que tenía que hacer, en fin hoy tampoco he sido muy productivo.

Pero yo sigo con mis preguntas, ¿entonces nuestro día, nuestro trabajo, se realiza en función de imprevistos, de necesidades de otros, de urgencias de los demás?

La respuestas a estas preguntas es que “SI” y aquí radica el origen del problema.

Cuando la pregunta es: ¿por qué no trabajáis en función de obtener resultados, en función de vuestros objetivos, con perspectiva que os focalice a trabajar prioritariamente en este sentido?

Aquí lo que cambia es la actitud. Nadie reconoce su responsabilidad por trabajar así. La culpa es siempre de los demás, son los otros los que nos mandan los correos electrónicos, son los demás los que nos llaman con sus problemas, son los clientes los que nos interrumpen de manera constante. Cada uno que responde echa balones fuera.

Los responsables somos nosotros mismos no los demás. Cuando decidimos leer un correo electrónico, somos nosotros los que lo decidimos. Cuando cogemos la llamada del teléfono, somos nosotros los que decidimos que vamos a contestar. Cuando aceptamos la interrupción de un compañero o jefe, somos nosotros los que decimos “si” a esa interrupción.

Por tanto la culpa es solo nuestra, no de los demás, es nuestra actitud reactiva la que nos lleva a este caos, son nuestros condicionamientos mentales o ideas limitantes las que nos hacen actuar de esta manera.

Debemos identificar los que nos pasa y como nos afecta. Solo así estaremos en condición de cambiar nuestra actitud. Solo así seremos capaces de pensar que la responsabilidad de esto no es de los demás, es nuestra y por tanto podremos empezar a cambiar, a decir “ahora NO”, “tal vez más tarde SÍ”.

 

José Ignacio Azkue