Hace poco un cliente me llamó para pedirme consejo: Me roban un montón de tiempo, tengo reuniones todos los días, incluso en muchas ocasiones varias al día, me asaltan continuamente compañeros con sus dudas… Ya no puedo más, la única manera de sacar mis cosas adelante es venir a trabajar un par de horas antes  y salir más tarde de lo habitual de la oficina.

Cómo me sonaban estas palabras. El problema de mi cliente era que le habían ascendido y con el ascenso venía incluido estas responsabilidades.

Éste no es un caso aislado, es muy habitual hoy en día, no hay seminario, no hay formación, donde no salga a relucir este tema. Todo el mundo anda desbordado.

Una encuesta que he leído recientemente, realizada a varios miles de directivos de todo el mundo, mostraba un problema que es conocido de todos. Casi el 95 % de los encuestados afirmaban que las tres actividades que les hacían perder más tiempo eran: las reuniones innecesarias, los correos electrónicos inútiles y las presentaciones de PowerPoint excesivamente largas.

Trabajar con otras personas, trabajar en equipo, exige tiempo y cada uno tenemos prioridades diferentes. Algunas necesitarán nuestra opinión sobre un tema que para ellas puede que sea importante, pero para nosotros no.

Sin embargo, somos conscientes y por nuestra educación sentimos que ayudar a un compañero es esencial para la buena marcha de las relaciones y del trabajo. En realidad queremos ayudarlo.

Ésta es justamente la situación irónica. Queremos estar disponibles porque queremos ser útiles, pero tenemos demasiado trabajo entre manos, sobre todo aquellos que malgastan nuestro tiempo, esto es precisamente lo que nos convierte en inútiles.

El problema estaría resulto si supiéramos dedicar el tiempo necesario a aquellos temas a los que añadimos valor e ignorar el resto.

Debemos empezar a pensar, primero en nuestro trabajo, para después ver si somos o no las personas adecuadas para ayudar, si es necesario hacerlo ahora mismo o lo podemos aplazar a otro momento más oportuno.

El adelgazar de compromisos inútiles, de esos que no nos aportan nada, que lo único que hacen es consumir todos los días nuestra fuerza e inteligencia, es esencial si queremos que nuestro trabajo progrese.
José Ignacio Azkue