Con frecuencia llegan hasta nosotros personas que tienen la siguiente sintomatología:

  • Trabajan muchas horas.
  • Se pasan el día apagando fuegos de urgencia en urgencia.
  • Como consecuencia de ello, tienen un alto nivel de estrés.
  • Su creatividad y frescura están por lo suelos y se levantan cansados cada día.
  • Los resultados que consiguen en su trabajo o empresa son bajos
    para el esfuerzo que hacen.
  • Aparece la desmotivación  y las ganas de arrojar la toalla.

Cuando estás en estas circunstancias realmente lo pasas mal. Todos hemos pasado por ello en el algún momento. Sientes la impotencia de trabajar contrarreloj, con el agua por la nariz y piensas que no puedes parar a “organizarte” porque hay varias urgencias que atender y si paras… seguro que te ahogas. Esto no es así, sino que es una sensación que tenemos, porque en ese momento no estamos mirando las cosas con perspectiva y hemos perdido el control de nuestro día.

Cuando alguien está en esta situación y le dices que debe parar y hacer una recopilación completa de todos los temas/tareas que tiene pendientes para empezar a organizarse (ver qué tareas elimina, cuáles hace primero y cuáles más adelante, qué delega, qué archiva, etc.,), es posible que diga que no puede, que no tiene tiempo para organizarse y así puede seguir en un bucle maligno del que no sale. Sin embargo, si no para y empieza por tomar el control de la situación, difícilmente va a salir de ese bucle.

Y ¿cómo hacer para desconectar de la rutina diaria durante una mañana o un día entero y hacer una recopilación de todo lo que llevo entre manos? Esta es la manera de parar y poner en orden todas las tareas y proyectos que arrastras. Una manera es imaginarse que ocurriera una situación personal urgente, que te requiriera dejar el trabajo todo un día.  Imagina, por ejemplo, una fuga de agua en tu casa que te obligara a buscar un fontanero y un albañil para inmediatamente solucionarla, pues el agua está destrozando la casa de tu vecino de abajo. Para este caso, posiblemente, encontrarías una solución (tiempo) y faltarías a tu trabajo durante una mañana.  Las cosas tan urgentes tendrían que esperar.  En este caso sí que se encuentra esa mañana, se posponen esas urgencias y se suele justificar diciendo “hombre es que esa es una situación extraordinaria”.

Si este es tu caso, te pido que ahora regreses al inicio de este artículo y vuelvas a leer los síntomas y decidas si las consecuencias  de no reservarse una mañana o una tarde para empezar tomando el control te puede traer situaciones extraordinarias.

 

Javier Arnal