Uno de los motivos de baja productividad y alta insatisfacción que nos encontramos habitualmente en los profesionales con los que trabajamos es la incorrecta planificación de la actividad diaria. Me explico con un ejemplo que no tiene nada que ver pero que me sirve para ilustrar este artículo: si yo quiero comer jamón, como una loncha y luego otra y así sucesivamente. No me como un jamón de un bocado porque me puedo atragantar y morir ahogado.

Traducido a la actividad profesional significa que, con demasiada frecuencia, nos encontramos con personas que al planificar su actividad de un día se están poniendo en la agenda proyectos en vez de tareas. Por diferenciar, una tarea es una actividad que puedo empezar, hacer y terminar de un tirón, sin parar. Y un proyecto es un resultado que voy a conseguir tras realizar varias tareas en una secuencia.

Si me pongo un proyecto para hacerlo esta mañana (por ejemplo, escribir los textos de la nueva web), probablemente no lo voy a terminar. Pero si me pongo una tarea (por ejemplo, escribir el texto del apartado “Quienes somos” de la nueva web) la podré hacer entre las diez y las once de la mañana. Por ello, recomendamos a nuestros clientes que se organicen la jornada en tareas.

Los objetivos y los proyectos nos sirven para ilusionarnos, motivarnos cuando pensamos en el futuro y lo visualizamos. Las tareas nos sirven para actuar en el presente, en el ahora. Facilitamos mucho el trabajo a nuestro cerebro cuando vamos a actuar poniéndole delante tareas. Cuando le ponemos proyectos se puede “atrapar” y bloquear, ralentizando su actividad, porque se «atraganta». Cuando nos ponemos tareas, es más fácil que las hagamos, que consigamos avances y resultados y que nos marchemos a casa satisfechos al finalizar la jornada.

Y tú, ¿cómo te comes un jamón, entero de un bocado o una loncha tras otra?

 

Javier Arnal