Un problema añadido a los muchos que tiene hoy en día “nuestro trabajo” es que, como bien decía Peter Drucker, no es evidente y, por lo tanto, hay que definirlo previamente, antes de hacerlo. Además de este hecho, si pensamos mínimamente sobre nuestras responsabilidades, nos daremos cuenta de que no tienen unos límites muy claros. Desde hace ya unos años, estos límites son cada vez más difusos, lo que nos lleva a mayor confusión sobre lo que debemos hacer.

Lo mismo pasa con el trabajo. Constantemente nos llegan cosas sobre las que tenemos que pensar antes de ponernos a hacerlas. Si todo fuera más claro, si el trabajo estuviera ya definido, como ocurría hace unos años, probablemente sería más monótono, pero sería también mucho más fácil llevarlo a cabo, ya que sabríamos de antemano qué habría que hacer y cuándo estaría terminado.

Nunca podremos estar del todo preparados para algo que es completamente nuevo” Eric Hoffer

Es una evidencia que hoy en día tenemos muchos más compromisos aceptados que tiempo disponible para llevarlos a cabo. Este hecho tan significativo  es el origen, en muchos casos, del estrés que sufrimos. Y éste aparece porque hacemos una mala gestión de estos compromisos. Sabemos que tenemos cosas por hacer: algunas grandes, otras pequeñas, unas profesionales, otras familiares; las hay de todo tipo y calado, pero no sabemos qué hacer con ellas. Es más, con muchas de ellas no sabemos ni qué tenemos que hacer, se nos quedan ahí, en algún lugar de nuestra psique haciéndonos daño y  no dejándonos elegir bien.

Hay una idea clave en productividad que también ha cambiado, al igual que el trabajo. Ya no se piensa en una persona productiva como aquélla que hace muchas cosas. Ya no es válida la idea de querer hacer más en menos tiempo. Se ha modificado la manera de pensar al respecto, de modo que ahora se cree que es más importante la calidad que la cantidad. Este nuevo concepto es fundamental para mejorar la productividad, porque nos conduce hacia la senda de no hacer, o de hacer menos. Esta manera de pensar es imprescindible para la correcta elección de lo que vamos a hacer. Si sabemos con claridad qué no hacer, podremos elegir en función de la importancia que tenga cada posibilidad dentro de nuestros planes.

También tenemos que tener en cuenta que, para mejorar la productividad, debemos mejorar el control sobre nuestro entorno, es decir, debemos de controlar todo lo que nos rodea, lo que nos ocurre y nos llega a lo largo del día. Además, una vez obtenido el control para hacer, debemos elegir con perspectiva. Ésta es muy  necesaria para elegir, porque debemos de saber las consecuencias de lo que hacemos, lo que vamos a conseguir por ello y, también, lo que dejamos de obtener por dejar de hacer el resto de las cosas.

La diferencia entre las personas exitosas y las muy exitosas, es que las muy exitosas dicen NO a casi todo” Warren Buffett

Por tanto vemos que es fundamental, para trabajar de manera eficaz y productiva, elegir correctamente cuál será la siguiente tarea a hacer. Y para hacer esta elección, en muchos casos, tenemos demasiadas opciones donde fijar nuestra atención. Por tanto, dentro de nuestro trabajo hay otro trabajo nuevo que consiste en elegir inteligentemente lo siguiente que voy a hacer entre todas las opciones posibles.

Llegados a este punto, como en otras circunstancias, el problema somos nosotros y nuestra manera de  gestionar los compromisos o, mejor dicho, nuestra situación es consecuencia de que no tenemos ningún método para gestionarnos. Por lo tanto, vivimos rodeados de circunstancias que nos llevan por el camino del desorden y la ineficacia, del hacer por hacer, del dar por sentado que es mejor la cantidad que la calidad.

Debemos de pensar en la productividad, no como algo que nos lleva a hacer muchas cosas, sino como algo que nos ayuda a elegir entre todos nuestros compromisos incompletos, a seleccionar correctamente lo que debemos hacer y a rechazar  de manera objetiva aquellas cosas que no nos ayudan o que no son necesarias para el progreso de nuestros proyectos, objetivos y metas.

El que persigue dos conejos… se queda sin ninguno” Proverbio.

La persona que se centra en demasiadas cosas, es muy probable que no tenga un horizonte que le sirva de referencia. Se suele mover  como los cortos  de vista que sólo alcanzan a ver la punta de sus zapatos y tropiezan con todo lo que hay a su alrededor. Debemos, por el contrario, elevar la vista y mirar bien con las lentes adecuadas para elegir el siguiente paso y evitar los obstáculos que, demasiadas veces nos ponemos nosotros mismos.  Debemos tener, por tanto, un método que nos ayude a quitarnos cosas que no podemos o debemos hacer.

A causa de no saber elegir, terminamos siendo conscientes de lo que esto nos supone, dónde nos sitúa y cómo actuamos. Deberíamos reflexionar si queremos seguir así, o si nos merece la pena el esfuerzo de cambiar para mejorar.

 

José Ignacio Azkue