Hoy en día vivimos bajo continua presión y estrés. Nuestro trabajo nos parece una verdadera locura. Diríase que no tenemos tiempo de hacer el trabajo de tanto trabajo como tenemos por hacer. Para complicar más nuestro día, a menudo no sabemos, o no estamos seguros de qué hacer a continuación, o no vemos claro por dónde empezar.

Cuando diariamente recibimos innumerables correos electrónicos, cuando nos interrumpen más de cincuenta veces al día, cuando nuestros planes cambian cada cuarto de hora, cuando dedicamos  horas  y horas al mes a reuniones en las que no logramos nada, tenemos que tomar conciencia de que hay algo que no funciona correctamente, de que debemos cambiar algunas cosas.

Sistemas para establecer prioridades, como la matriz de Eisenhower o métodos como ABC, hoy en día no sirven. Las cosas cambian tan rápido de cuadrante o de clasificación que nos volvemos locos  tratando de cumplir con todo. Lo que hace diez minutos era importante, deja de serlo porque otra cosa ha ocupado su lugar al ser más importante en este momento. Nos hemos acostumbrado a trabajar lo desesperadamente necesario, porque no le hemos dedicado nuestra atención cuando solamente era meramente necesario. Al final, estos sistemas no nos dan una verdadera perspectiva.

Una de las mejores maneras para cambiar estas situaciones, tan incómodas y complejas, es establecer nuestras prioridades. Y para establecerlas, aunque a más de uno le extrañe esta propuesta, debemos conocer cuál es nuestro trabajo.

Sí: aunque pensemos que esta cuestión es una obviedad, hemos de profundizar; así  veremos que la respuesta es más compleja de lo que en un momento parecía. Hay un proverbio asiático que dice:”cuanto más sudas en tiempo de paz, menos sangras en tiempo de guerra”. Por tanto, dediquemos un tiempo a definir nuestro trabajo para poder hacerlo mejor.

Para profundizar en el conocimiento de nuestro propio trabajo, podemos empezar respondiendo a una serie de cuestiones:

  1. ¿Cuáles son mis tareas actuales? Qué cosas concretas realizo a lo largo del día, en relación a mis compromisos y responsabilidades?
  2. ¿Cuáles son mis proyectos actuales? Qué quiero alcanzar a corto plazo y qué cosas requieren más de una acción para conseguirlo?
  3. ¿Cuáles son mis áreas de responsabilidad? Las tenemos en relación con nuestra profesión (formación de mi equipo, relación con clientes, desarrollo del personal, etc.), y personales (salud, familia, ocio, sociales, finanzas, desarrollo, etc.)
  4. ¿Qué resultados quiero obtener en mi vida profesional y personal en el próximo año? Serán los objetivos que nos hemos propuesto alcanzar en los próximos meses.
  5. ¿A dónde quiero llegar a largo plazo en mi profesión y en mi vida personal? Tendrás que responder a cómo quieres evolucionar a más largo plazo, por ejemplo en cinco años.
  6. ¿Qué quieres hacer con tu vida?, ¿por qué quieres que se te recuerde? Trata de darle sentido a tu existencia.

Una vez respondidas con profundidad y seriedad a estas seis preguntas, tendrás un inventario completo de tu trabajo. Conocerás tus compromisos, tus proyectos, las cosas que tienes abiertas y con las que tienes que hacer algo para completarlas.

Ahora sólo te falta apoyarte en todo esto. Aquí tendrás claramente definidas tus prioridades, así como los pasos que has de dar para lograr lo que te has propuesto.

¿Cuándo vas a empezar a pensar en las seis cuestiones que te planteo?, ¿cuándo vas a conocer en profundidad tu trabajo?

 

José Ignacio Azkue