El lunes, ese día maldito de la semana, ese día que pase lo que pase, tengan lo que tengan, ya por sí mismo es un drama y una mala noticia. Es un día que en muchos casos se empieza a sufrir desde la víspera de su llegada.

Sí, hay muchas personas que ya desde el domingo empiezan a sufrir al ver que sólo quedan unas pocas horas para reencontrarnos de nuevo con “el trabajo”. Eso nos hace sentirnos desgraciados por anticipado.

Este problema se puede presentar a lo largo y ancho de todo el organigrama de la empresa. Unos lo pueden tener debido a las presiones y exigencias que sufren debido a sus cargos, otros por desmotivación, también se puede dar entre los que tienen miedo de perder sus empleos y no nos olvidemos de los que ya lo perdieron y sus cabezas les recuerdan constantemente que deberían estar trabajando.

Se da claramente en las personas que son reactivas en el trabajo y en las que son poco productivas. Estas dos circunstancias se pueden dar en una persona sin que sea consciente de que es la causa de su mal.

En los casos más extremos incluso hay síntomas alarmantes: taquicardia, sudoración, ansiedad, problemas de sueño, dolores diversos. Toda esta sintomatología puede ser tan fuerte en algunos casos que se puede cronificar y necesitar tratamiento médico.

Ya tiene incluso un nombre “deuterofobia”, (fobia a los lunes), palabra con raíces griegas, de “deustera” cuya traducción  significa lunes.

El lunes es el mayor día de absentismo laboral y también en el que hay mayor demanda de consulta médica.

¿Pero cómo solucionamos esta situación?

Los lunes, las personas improductivas dedican media mañana a ir de parloteo continúo,  contando a sus compañeros lo que han hecho durante el fin de semana. También dedican una buena parte de su tiempo a quejarse por todo lo que tienen que hacer.

Angustiarte por lo que te espera y representa para ti los “lunes” no solucionan el problema, ni realiza tus tareas y trabajos.

Esta actitud para una persona que quiera mejorar y superarse es incomprensible. Lo primero que deberemos hacer es quitarnos de encima este tipo de pensamiento, para a continuación tratar de conectar los trabajos a realizar con nuestros objetivos. ¿Qué te habías propuesto conseguir hoy?, ¿cuáles son tus funciones?, ¿para qué te pagan?, ¿cuál es tu motivación?

Dedica los primeros minutos del lunes a evaluar todo lo que tienes por delante en esa semana. A continuación elige una tarea que sea importante para tus objetivos y sin darle más vueltas ponte a hacerla.

Ten en cuenta un peligro, los lunes todas las tareas tienen el adjetivo de “urgentes” y no el de “importantes”. Debes elegir para empezar alguna que sea importante.

Tómate en serio un compromiso, evita todo lo que te pueda interrumpir o distraer, y una vez empezada la tarea que has elegido, termínala. No la dejes a medías por un imprevisto o urgencia ya tendrás tiempo más tarde para ellos.

Termínala, te hará sentir bien y veras como el lunes empiezas logrando cosas. Esta actitud te ayudará a empezar la semana con motivación.

Puedes usar esta técnica todos los días, para ello necesitarás realizar una pequeña planificación semanal, obtenida a través de convertir tus objetivos en tareas, cortas y fáciles de hacer.

También deberás tener presente cómo actuar y gestionar tu correo electrónico, ya que es una de las principales fuentes de interrupciones.

Pero estos temas son suficientemente importantes como para tratarlos otro día.

 

José Ignacio Azkue