La productividad, se apoya en una serie de pilares. Vamos  a hablar hoy solo de 2 de ellos: la proactividad, la perspectiva. Hay más, los dejaremos para otra ocasión, hoy solo nos centraremos en estos dos.

La proactividad, es la actitud y predisposición a actuar con iniciativa y anticipación para lograr resultados positivos y beneficiosos.

Significa tener iniciativa, es sinónimo de capacidad de decisión, de acción. Es decir, buscar lo importante y centrarse en ello. Prescindir de las trivialidades que en el día a día no nos aportan casi nada. Que consumen nuestra capacidad y nos impiden hacer lo que debemos, para hacer solo lo que podemos.

Echamos siempre la culpa a otros de que constantemente estemos apagando fuegos: el cliente al que hay que atender, la llamada que tengo que contestar, la solicitud de ayuda de un compañero, etc.  Pero no nos damos cuenta  de que somos nosotros los que decidimos actuar así. La persona proactiva decide cuando tiene que decir “no” a todas esas circunstancias, para centrarse en lo que para él es verdaderamente importante. Tiene una característica, decide  y actúa.

La perspectiva básicamente significa conocer nuestro destino. Saber qué rumbo tenemos que tomar para lograr nuestros objetivos.

El problema radica en que muchas veces estos objetivos no están claramente definidos, están en una indefinición que nos impide ver los pasos a dar para lograrlos. Por tanto caemos en las trivialidades por puro instinto. No vemos las tareas importantes que nos dan beneficio o resultados directos. No valoramos las aportaciones a largo plazo y nos movemos solo en la miopía del cortísimo plazo y la inmediatez.

Si al finalizar nuestra jornada hiciéramos una pequeña evaluación de las cosas que hemos hecho a lo largo del día y nos preguntáramos si están verdaderamente alineadas con la consecución de nuestros objetivos, probablemente muchos días nos tendríamos que sonrojar con nuestro trabajo.

La perspectiva nos proporciona reflexión sobre la acción, nos da los argumentos para distinguir y elegir entre lo esencial y lo trivial.

¿Realmente merece la pena que yo haga esto ahora? Esta simple pregunta, nos va a permitir pensar y actuar con perspectiva y proactividad. Pero por encima de todo, las consecuencias de hacerlo o no.

Debemos tener un mapa, que al igual que en un viaje, nos permita ver por donde tenemos que ir. Ese mapa van a ser las metas, proyectos que nos propongamos, es decir, los pasos que tengo que dar y en qué dirección para llegar a mis objetivos.

Otro día hablaremos de otros dos pilares básicos de la productividad: la sencillez y el control del entorno.
José Ignacio Azkue